Salvador
Camarena.
Si los
morenos se pelean, ustedes no quieren estar en medio de la bronca. De las
grillas del nuevo gobierno salen más chispas que cuando los priistas no
planchaban la sucesión presidencial.
Y si no lo
creen, vayan y pregunten a quienes hasta hoy trabajan en Nacional Financiera y
el Banco Nacional de Comercio Exterior.
Como no
tenemos problemas, como el abasto de combustibles fue restablecido, los ductos
parchados y sin más riesgo de pinchazos; como ni nos abrieron un boquete en la
pared crediticia de Pemex los de Fitch; como el crimen organizado se volvió ya
bueno y regresó a los valores nacionales de la santa paz; como el país se caía
de aburrimiento ante el paisaje suizo en que de repente se volvió México con la
llegada de AMLO a la presidencia de la República, pues ante tanta aburrición y
tranquilidad el mero mero de la Secretaría de Hacienda decidió que era un buen
momento para armar un palenque en la banca de desarrollo. Si no hay problema,
se lo armamos; si funciona, se lo descomponemos, parece ser el nuevo lema de
Morena.
¿Quién es el
giro y quién el colorado de este pleito nada barato? Del que peor se habla es
del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien dicen que se olvidó de modales
e impuso en Nafin y Bancomext a los encargados del jurídico y de
administración. ¿En perjuicio de quién fue esa medida? Pues en primer lugar de
Eugenio Nájera, personaje que llegó a la banca de desarrollo de la mano de
Alfonso Romo. Pero, las fuentes apuntan, los verdaderamente perjudicados son:
1) unos bancos que funcionaban bien, que no viven del presupuesto e incluso
generan recursos para el erario; y 2) los mexicanos, que sin darse cuenta
asisten a la destrucción de dos instituciones bancarias porque el señor Urzúa
llegó el viernes pasado y en sendas sesiones de consejo de esos bancos dejó
claro el ranchero mensaje de ahí sólo sus chicharrones truenan.
Un par de
datos antes de seguir. Los consejos de Nafin y Bancomext son, en efecto,
presididos por el titular de Hacienda. Pero en los tiempos recientes, ningún
encargado de esa secretaría se presentaba a los mismos y menos se ponía a
'sugerir' a los consejeros sobre cómo votar en alguna decisión. Segundo dato:
se dijo que esta administración iba a fusionar esos bancos, de ahí que Nájera
se haga cargo hoy de ambas direcciones.
El caso es
que el viernes pasado Urzúa, cuentan diversas fuentes, quiso pasar por encima
de nombramientos de Nájera –que buscaba ratificar al jurídico (Jorge Di
Sciullo) y al administrativo (Juan Carlos Téllez). El secretario dijo que no,
propuso cesar a Di Sciullo y que en su lugar fuera, en los dos bancos, ocupado
por José Trinidad Hernández, mientras que en administración quería un perfil
que no reúne la experiencia necesaria.
El punto de
quiebre vino cuando le demostraron a Urzúa, con el reglamento en la mano, que
para empezar eso no estaba en la orden del día, así que no se podía discutir, y
que el secretario de Hacienda no podía hacer esos nombramientos porque no era
su atribución legal, sino del director del banco.
Ustedes
están en todo su derecho de expresarlo, no vamos a discutir el fondo del
asunto, yo lo conozco desde hace mucho tiempo, y creo que es capaz para el
puesto. Háganle como quieran, fue la respuesta palabras más palabras menos, de
Urzúa al cuestionamiento sobre uno de sus recomendados. Cuentan las fuentes que
el subsecretario Arturo Herrera tenía cara de pena ajena.
Los
consejeros se removieron, incómodos, en su asiento y las designaciones fueron
impuestas, incluso a pesar de que el Banco de México, que participa en los
consejos, se manifestó en sentido contrario a la decisión y pidió esperar. No
se le concedió: ahorita, fue la orden de Hacienda.
Si llegaron
hasta aquí en esta crónica de un pleito de baja estofa, por favor sigan unos
párrafos más. Las fuentes consultadas mencionan que en el fondo, el verdadero
problema ni siquiera es el capricho de Urzúa contra Romo para nombrar lo que no
le corresponde.
El asunto
clave es que no pocos funcionarios que hacen caminar a esos bancos esperaban de
esas sesiones de consejo el humo blanco necesario para saber si tendrían la
posibilidad de un arreglo, en condiciones salariales, que les permitiera seguir
laborando, pues de lo contrario la baja de salarios y la cancelación de
prestaciones los harán migrar.
La respuesta
fue: no habrá negociación, y si se quieren ir ahí está la puerta.
Así, a
partir de este día mandos medios de Nafin y Bancomext, que creyeron que podrían
negociar alguna forma para quedarse y no dejar a su suerte a bancos que
necesitan de cuadros calificados y de continuidad en el negocio (Bancomext
incluso está demandado por un tema de alta complejidad), están a punto de
quedarse en los huesos.
¿Por qué?
Ojalá Urzúa lo explique algún día. Y que se haga cargo de las consecuencias o
la nación se lo demande.
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