viernes, 12 de abril de 2019

Ai Weiwei dedica obra a los 43 de Ayotzinapa.


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Por Raúl Campos.

En 2008, un terremoto azotó la provincia China de Sichuan, dejando un saldo de casi 70 mil muertos, de ellos al menos cinco mil eran estudiantes. El hecho de que las escuelas, edificaciones gubernamentales que se supondría deberían ser fuertes y resistentes, hubieran sucumbido ante los movimientos telúricos, impactó al artista y activista Ai Weiwei, “me frustró el pensamiento de que un estudiante podía desaparecer a causa del Estado”.

Ante la incertidumbre que se vivía en su país decidió lanzar una investigación por Internet para conocer el destino de tales estudiantes y por qué habían tenido tal suerte, pero el gobierno de la República Popular China no le ofreció respuesta alguna, “ni siquiera cifras ni nombres de los fallecidos”. Miles  se involucraron.

“Se trataba de llegar a áreas muy remotas, los estudiantes eran hijos de campesinos y a nadie le importa cuando ellos mueren; y a pesar de que tuvimos miles de arrestos, de que la policía destruyó nuestros registros y borró material, logramos, tras un año, localizar los nombres de cinco mil 290 estudiantes y las ubicaciones de las escuelas colapsadas.

Este hecho lo conecta con México, específicamente con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, a quienes dedica una serie de retratos creados con piezas de Lego, y que forman parte de la muestra Restablecer memorias, con la que pretende explorar los traumas de las experiencias de China y México a través de un relato que busca construir la memoria social; y que inaugura mañana en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).

“Toda mi vida nunca pensé en estar cómodo, estarlo es una de las condiciones más bajas que puede tener la humanidad: mi padre, que era un poeta, estuvo exiliado y no le permitieron escribir sus palabras durante 25 años, ¿ustedes se pueden imaginar que eso es incomodidad?”

A esta serie se suman los tres estudiantes asesinados aquel 26 de septiembre de 2014.

“Es mirar hacia la violencia sobre el pasado y el futuro, mostrar la relación entre dos violencias históricas en países que, por lejanos que parezcan, son los escenarios de una historia común, que es la de la humanidad”, detalló Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC, ayer, en conferencia de prensa.

Para esta obra se utilizaron un millón de piezas Lego. El ensamblaje del mural lo hicieron, simbólicamente, estudiantes de las facultades de Arquitectura, Diseño Industrial y Artes y Diseño de la UNAM.

Inició este proyecto cuando se reunió con algunos de los padres de los normalistas en el Centro Prodh, “cuando los empecé a visitar, me di cuenta de que eran la gente más inocente y pura que haya conocido; ellos están convencidos de que sus hijos están vivos, por lo que demandan justicia, información y que regresen vivos. [ Y ] hablando con ellos decidí hacer un filme sobre su historia”.

“Desde 2009 mi nombre no aparece en Internet en China, cualquier artículo que lo mencione es borrado, y está prohibido discutir mi trabajo”

Algunos avances de este documental To Be (Ser) podrán ser vistos en la exhibición.

“El Estado está involucrado y hay una negativa absoluta de definir lo que está pasando, y en vez de plantear respuestas se han inventado la llamada Verdad histórica. Esto importa porque cada crimen que se produce deja un vacío, y eso es una ofensa contra la dignidad”, denunció.

Otra de las grandes piezas de la exhibición es el ready-made Salón ancestral de la familia Wang, una ruina que data de la dinastía Ming y que en su tiempo perteneció a un clan aristócrata que, tras la reforma agraria de 1950, fue despojado de su estatus y patrimonio.

El Dato: La primera muestra que tuvo en México fue en 2014, en el Museo de Antropología.

Cuenta con mil 300 piezas, y posee una superficie de 560 m2, 12 de altura y pesa 50 toneladas. Para ser armado, fueron traídos maestros carpinteros de las provincias chinas de Zhejiang y Jiangxi, guardianes del método de construcción antiguo con el que fue edificado.

“Todo artista es un activista, no importa si soy un maestro del arte, de los legos o de la selfie, como Rembrandt lo fue del óleo, o Warhol de la serigrafía; soy un ser humano y lo que me concierne es lo que le sucede a las personas con las que tengo consideración; yo uso el medio que me toca”, remató.

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