Por Dolia
Estévez.
El Secretario de Hacienda y Crédito
Público Carlos Urzúa confesó que su “peor pesadilla” es que Donald Trump saque
a Estados Unidos del convenio comercial con México y Canadá. “Estamos muy
preocupados. Sería desastroso obviamente para nosotros no tener TLCAN o T-MEC”, respondió cuando Michael Shifter,
Presidente del Dialogo Interamericano le preguntó sobre la incertidumbre que
genera para la economía mexicana la no definición en torno al tratado comercial
renegociado en 2018. “[Trump] Puede
impulsar el nuevo acuerdo con simplemente decir si no tenemos esto, no tenemos
nada. Eso, obviamente, sería muy peligroso para nosotros. Un minuto después
estaríamos en problemas”.
Urzúa teme que cuando Trump envíe el
anteproyecto de ley sobre el T-MEC al Congreso de su país vaya acompañado de
una carta advirtiendo que si no es aprobado sacará a Estados Unidos del TLCAN,
el pacto original de hace 25 años. “Pero creo es sólo una pesadilla. Es el caso
extremo”, dijo a
manera de auto consuelo. Explicó que también está la posibilidad de que sea
ratificado “más pronto que tarde” en los tres países. Señaló que México se está
encargando del “tema más delicado” que es la reforma laboral. “Sería muy
importante para los trabajadores de Estados Unidos”, declaró durante su primer
foro público en esta capital patrocinado por el Dialogo el viernes pasado.
El dictamen de la Reforma Laboral–que
ambiciona acabar con el corrupto sistema de prebendas que históricamente ha
dominado el sindicalismo en México–fue aprobado por la Cámara de Diputados la
semana pasada. Un paso importante, sin duda, en el camino hacia la ratificación
del T-MEC. La mayoría demócrata en la Cámara Baja ha condicionado su voto a que
México haga cambios sustanciales en materia laboral. Temen que sin ellos los
trabajadores estadounidenses quedarían en desventaja cuando entrara en vigor el
T-MEC. Por su parte, México y Canadá quieren que Estados Unidos levante las
tarifas arancelarias al acero y aluminio antes de aprobar el convenio. No está
claro si eso va a ocurrir pronto. Trump no parece tener prisa.
La pesadilla de Urzúa, quien estuvo
en Washington la semana pasada para asistir a la reunión de primavera del Banco
Mundial y del Fondo Monetario Internacional, no es infundada. Transmite un
sentimiento de pánico, que se antoja extensivo al resto del equipo económico
del gobierno, ante el carácter impredecible de Trump. Es entendible. Trump usa
al T-MEC como moneda de cambio para presionar a AMLO. En un tuit el 5 de abril,
dijo que si México deja de aprehender y deportar a los centroamericanos que
intentan ingresar a Estados Unidos y, encima de eso, no frena el flujo de
narcóticos, va a imponer una tarifa de importación del 25% a los automóviles
hechos en México y cerrar la frontera. Todo eso, amenazó, será en lugar del
T-MEC.
Antonio
Ortiz Mena, Vicepresidente sénior del despacho de consultoría Albright
Stonebridge, me dijo que mezclar temas
es perjudicial para la relación con México. “Es volver al pasado. Hace que se
trabe la relación bilateral. Es muy importante reencausar cada tema
independientemente de lo que suceda en otros caminos. Cuando hemos mezclado no
funciona”.
Ortiz Mena,
quien es reconocido como uno de los especialistas que mejor conoce la economía
mexicana y el tema comercial, cree que
no hay mucho que pueda hacer México ante la incertidumbre económica que genera
el T-MEC. “México no puede controlar lo que Estados Unidos haga o no con el
T-MEC. Es una negociación entre el ejecutivo y el Congreso”, me dijo. Con todo,
estimó que México puede ayudar generando condiciones de absoluta certidumbre
económica y jurídica para la inversión nacional y extranjera a mediano y largo
plazo independientemente de lo que suceda con el T-MEC. “Hay mucho por hacer
todavía en el ámbito de la economía nacional para atraer a la inversión
extranjera”.
Ortiz Mena sostiene que el destino del T-MEC está en
una sola persona: Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara Baja y tercera en la
jerarquía de poder después de Trump y el Vicepresidente. “Tiene un enorme poder
para controlar la agenda y para controlar los tiempos”. ¿Habrá T-MEC? “Por
intereses económicos de Estados Unidos, nada que ver con México, el Congreso
estadounidense va a ratificarlo. Al final del día eso es lo que va a hacer que
el T-MEC salga.” Estados Unidos depende de México como fuente de producción
compartida y como mercado de destino. Los costos económicos que enfrentaría son
enormes. Se interrumpirían las cadenas de suministro del sector automotriz
entre otros. “Washington no tiene un Plan B. Por interés propio acabará
ratificándolo”.
Sin embargo,
con Trump nunca se sabe. Como es patente
en sus tuits no tiene la menor idea de la importancia económica, social,
cultural e histórica de México. Conviene a México concentrar esfuerzos en
organizaciones y personas que sí entienden que somos dos países
interdependientes y que tanto pierde uno como el otro si el T-MEC llegara a
fracasar o si se cerrara la frontera. Trump no tiene la capacidad de entender
el impacto económico que eso tendría para Estados Unidos. Cree que sólo México
saldría perdiendo. Esperemos que no tenga que hacerlo para darse cuenta que también
para su país sería un desastre.
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