Salvador
Camarena.
El Ejército
mexicano tuvo claro desde hace mucho que la discusión sobre la Guardia Nacional
pasaba por cultivar una imagen de respeto a los derechos humanos, y asegurar un
mando militar del cuerpo en cuya creación están depositadas las esperanzas
gubernamentales de recuperar la paz.
Muestra de
lo anterior quedó patente en una visita organizada por la Secretaría de la
Defensa Nacional al Campo Militar Número 1.
Apenas
comenzaba enero, y con ello la intensidad del debate en el Congreso de la Unión
sobre la Guardia Nacional pretendida por Andrés Manuel López Obrador, cuando
una legisladora de oposición fue invitada a desayunar con mandos castrenses.
“Me recibió
el general Víctor Hugo Aguirre Serna, junto con tenientes y coroneles, y me
comentó que antes de desayunar querían enseñarme cómo estaban capacitando al
personal del Ejército y las Fuerzas Armadas en materia de derechos humanos”,
cuenta la legisladora, que enseguida fue llevada a una explanada donde ocurría
esa 'capacitación'.
“En primer
lugar, había un grupo de militares que supuestamente estaban practicando lo que
sería la atención a víctimas del narcotráfico que estarían en un campo abierto,
con población que sería atacada. Una joven había sido atacada por un hombre y
corría hacia un militar para decirle que había sido violentada, señalaba a
quien la había atacado y los militares le preguntaban si eso había sucedido, él
obviamente lo negaba y los militares decían que tendrían que llevarlo a las
autoridades para que rindiera su declaración. Pero de entrada habría una
lectura de sus derechos.
“En otra
parte de la explanada había otro grupo de militares vestidos con uniforme más
de tipo policía. El set aparentaba un centro comercial y ellos estarían
haciendo rondas dentro del mismo. Ahí se actuó que una pareja de novios iba
caminando, a ella le robaban la bolsa y los uniformados acudían en su auxilio y
buscaban en el centro comercial a quien había corrido con la bolsa. También lo
detenían. Todo esto con mucha facilidad.
“En otro
espacio más, alguien estaba explicando con ayuda de un pizarrón el tema de los
derechos humanos, en qué consistían, les hablaban de las convenciones,
etcétera; ahí estaban, tal cual, en la explanada, soldados tomando clases.
“En otra
esquina estaba una ‘tiendita’, donde aparentemente había un asalto a mano
armada; ellos (las víctimas) daban aviso a la Guardia Nacional y como alertaban
que se trataba de una persona armada, los elementos sí llegaban armados y
sometían a la persona por la espalda, le leían sus derechos y cuando esto
sucedía le decían que lo conducirían a las autoridades para ponerlo a
disposición de las mismas.
“Ahí, por
ejemplo, yo les pregunté que cómo los de la tiendita sabrían a dónde llamar
para denunciar lo que estaba sucediendo y comentaron que para eso estarían
difundiendo los teléfonos de las zonas militares en cada lugar para que hubiera
un teléfono. Yo suponía que sería una especie de 911, pero no, la idea era que
se conocería el teléfono de la Sedena o de la zona militar en esa zona para que
las personas llamaran en ese momento y advirtieran que estaban siendo
asaltados.
“Y también
mostraban, por lo menos en esa capacitación, que en todo momento había una
persona que estaba con una videocámara grabando todo el operativo para poder
demostrar que se estaba haciendo conforme a los derechos de las personas, sin
violar derechos.
“Al centro
había una especie de zona pericial, donde supuestamente había habido un
asesinato y ellos habían acordonado el espacio, tenían las marcas que suelen
poner para cuando se están haciendo peritajes para identificar dónde había
quedado el cuerpo, lo marcaban con una tiza igual que las balas y estaba
acordonada la zona y también ahí había personas midiendo, tomando fotos,
sacando videos, porque les interesaba mucho que la Guardia Nacional también
tuviera capacidades de investigación, porque decían que no confiaban en que
cuando un delito se suscitara, y lo pusieran en manos del Ministerio Público,
esto fuera a ser realmente investigado”.
Todo lo
anterior fue sólo parte del mensaje que ese día el Ejército quería transmitir.
La otra parte fue sobre por qué tenía que ser un militar quien encabezara la
Guardia Nacional.
“Ellos
insistían en que no podían dejar un mando civil al frente porque no podían
garantizar que una persona no castrense sea una persona incorruptible, como
tampoco se podía garantizar que tuviera lealtad al presidente. Ellos
insistieron en que el trabajo de jerarquía y de ascenso en el Ejército y las
Fuerzas Armadas permite generar lealtad y amor a la patria, y que no se puede
confiar en los civiles, porque además hay muchos ejemplos de cómo estos no han
dado resultados, que los resultados han sido pésimos, y que era momento de que
le dieran total fuerza y mando a los militares, pues para que ellos resolvieran
este problema de la inseguridad”.
Con las
estampas aquí recogidas de lo que en enero le expusieron a una legisladora,
ustedes se pueden hacer ya una idea de lo que será la vida en esta nueva hora
militar de México. Váyanse aprendiendo el teléfono de su zona militar más
cercana.
Por vacaciones,
esta columna reaparecerá el lunes.
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