martes, 16 de abril de 2019

La hora militar de México (y II)


Salvador Camarena.

El Ejército mexicano tuvo claro desde hace mucho que la discusión sobre la Guardia Nacional pasaba por cultivar una imagen de respeto a los derechos humanos, y asegurar un mando militar del cuerpo en cuya creación están depositadas las esperanzas gubernamentales de recuperar la paz.

Muestra de lo anterior quedó patente en una visita organizada por la Secretaría de la Defensa Nacional al Campo Militar Número 1.

Apenas comenzaba enero, y con ello la intensidad del debate en el Congreso de la Unión sobre la Guardia Nacional pretendida por Andrés Manuel López Obrador, cuando una legisladora de oposición fue invitada a desayunar con mandos castrenses.

“Me recibió el general Víctor Hugo Aguirre Serna, junto con tenientes y coroneles, y me comentó que antes de desayunar querían enseñarme cómo estaban capacitando al personal del Ejército y las Fuerzas Armadas en materia de derechos humanos”, cuenta la legisladora, que enseguida fue llevada a una explanada donde ocurría esa 'capacitación'.

“En primer lugar, había un grupo de militares que supuestamente estaban practicando lo que sería la atención a víctimas del narcotráfico que estarían en un campo abierto, con población que sería atacada. Una joven había sido atacada por un hombre y corría hacia un militar para decirle que había sido violentada, señalaba a quien la había atacado y los militares le preguntaban si eso había sucedido, él obviamente lo negaba y los militares decían que tendrían que llevarlo a las autoridades para que rindiera su declaración. Pero de entrada habría una lectura de sus derechos.

“En otra parte de la explanada había otro grupo de militares vestidos con uniforme más de tipo policía. El set aparentaba un centro comercial y ellos estarían haciendo rondas dentro del mismo. Ahí se actuó que una pareja de novios iba caminando, a ella le robaban la bolsa y los uniformados acudían en su auxilio y buscaban en el centro comercial a quien había corrido con la bolsa. También lo detenían. Todo esto con mucha facilidad.

“En otro espacio más, alguien estaba explicando con ayuda de un pizarrón el tema de los derechos humanos, en qué consistían, les hablaban de las convenciones, etcétera; ahí estaban, tal cual, en la explanada, soldados tomando clases.

“En otra esquina estaba una ‘tiendita’, donde aparentemente había un asalto a mano armada; ellos (las víctimas) daban aviso a la Guardia Nacional y como alertaban que se trataba de una persona armada, los elementos sí llegaban armados y sometían a la persona por la espalda, le leían sus derechos y cuando esto sucedía le decían que lo conducirían a las autoridades para ponerlo a disposición de las mismas.

“Ahí, por ejemplo, yo les pregunté que cómo los de la tiendita sabrían a dónde llamar para denunciar lo que estaba sucediendo y comentaron que para eso estarían difundiendo los teléfonos de las zonas militares en cada lugar para que hubiera un teléfono. Yo suponía que sería una especie de 911, pero no, la idea era que se conocería el teléfono de la Sedena o de la zona militar en esa zona para que las personas llamaran en ese momento y advirtieran que estaban siendo asaltados.

“Y también mostraban, por lo menos en esa capacitación, que en todo momento había una persona que estaba con una videocámara grabando todo el operativo para poder demostrar que se estaba haciendo conforme a los derechos de las personas, sin violar derechos.

“Al centro había una especie de zona pericial, donde supuestamente había habido un asesinato y ellos habían acordonado el espacio, tenían las marcas que suelen poner para cuando se están haciendo peritajes para identificar dónde había quedado el cuerpo, lo marcaban con una tiza igual que las balas y estaba acordonada la zona y también ahí había personas midiendo, tomando fotos, sacando videos, porque les interesaba mucho que la Guardia Nacional también tuviera capacidades de investigación, porque decían que no confiaban en que cuando un delito se suscitara, y lo pusieran en manos del Ministerio Público, esto fuera a ser realmente investigado”.

Todo lo anterior fue sólo parte del mensaje que ese día el Ejército quería transmitir. La otra parte fue sobre por qué tenía que ser un militar quien encabezara la Guardia Nacional.

“Ellos insistían en que no podían dejar un mando civil al frente porque no podían garantizar que una persona no castrense sea una persona incorruptible, como tampoco se podía garantizar que tuviera lealtad al presidente. Ellos insistieron en que el trabajo de jerarquía y de ascenso en el Ejército y las Fuerzas Armadas permite generar lealtad y amor a la patria, y que no se puede confiar en los civiles, porque además hay muchos ejemplos de cómo estos no han dado resultados, que los resultados han sido pésimos, y que era momento de que le dieran total fuerza y mando a los militares, pues para que ellos resolvieran este problema de la inseguridad”.

Con las estampas aquí recogidas de lo que en enero le expusieron a una legisladora, ustedes se pueden hacer ya una idea de lo que será la vida en esta nueva hora militar de México. Váyanse aprendiendo el teléfono de su zona militar más cercana.

Por vacaciones, esta columna reaparecerá el lunes.

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