Alfredo Jalife-Rahme.
El ex primer ministro británico, Tony Blair, un socialista
travesti y simultáneamente neoliberal “ofertista ( supply-side economics)”,
divide al mundo entre globalizadores y no-globalizadores –no se atreve a
pronunciar el epíteto de nacionalistas y/o soberanistas– y no oculta su reclamo
por un Gobierno Mundial (https://bit.ly/2NlkXER).
Desde su Instituto para el Cambio Global (ICG), Blair pregona
una mayor vigilancia (sic) tecnológica (https://bit.ly/3ew0wkg) cuyo precio
vale la pena pagar. ¡Uf!
Lo más ominoso es la confesión de Blair, destructor con Baby
Bush de Irak, de que su ICG se encuentra incrustado (sic) en los gobiernos de
todo el mundo.
Los globalistas de Davos que mal gobernaron al mundo no se
dan por derrotados y han pasado a una feroz contraofensiva para posicionarse en
la fase post-Trump, a quien dan por liquidado, y cinco meses antes de las
elecciones en EU, el príncipe de Gales y el suizo Klaus Schwab –miembro del
siniestro Grupo Bilderberg, muy vinculado a los intereses de Israel, y a quien
le fue otorgada la Orden del Águila Azteca por Calderón– anunciaron una cumbre gemela
presencial y virtual en el Foro Económico Mundial (FEM) en enero de 2021
bautizada el Gran Reset(https://bit.ly/3hWSi76):
1. Se trata de un compromiso para construir los fundamentos
del sistema económico y social para un futuro más justo, sustentable y
resiliente. Baste señalar que el FEM viene repitiendo la misma letanía desde
hace medio siglo y ahora lo disfraza con un lenguaje
ciber-fármaco-ambientalista de su muy controvertida Cuarta Revolución
Industrial (https://bit.ly/37VpLtS).
2. Requiere un nuevo contrato social centrado en la dignidad
humana (sic), la justicia (sic) social y donde el progreso de la sociedad no
venga detrás del desarrollo económico. ¡Esto equivale al suicidio del caníbal
neoliberalismo global reseteado!
3. La crisis de la salud global desnudó las rupturas en
nuestras economías y sociedades y creó una crisis social que requiere
urgentemente (sic) trabajos decentes (sic) y significativos. Además de
constituir una aburrida perogrullada, incurre en graves contradicciones con su
digitalización/robotización/automatización laboral.
El FEM se enfoca(rá) al cambio climático y a su objetivo de
descarbonizar la economía. ¡Todo un tema para el debate!
El Gran Reset de los globalistas de Davos manejará una gran
escenografía hollywoodense con todos los recursos digitálicos y la
participación de una red global de 400 (sic) ciudades en el mundo, al unísono
de hacedores globales de las comunidades –proyecto de Klaus Schwab que lleva
nueve años sin fructificar– para entablar un diálogo encabezado (sic) por
generaciones más jóvenes. Aquí existe un grave problema de colisión
transgeneracional cuando los globalistas de Davos ostentan un promedio de la
tercera edad –George Soros con 89 años y Klaus Schwab con 82–, frente al
promedio de 29 años de México que es un “país millennial”, uno de los
participantes.
El connotado politólogo Samuel Huntington acuñó el término El
Hombre de Davos: tienen poca necesidad para la lealtad (sic) nacional,
vislumbran las fronteras nacionales (sic) como obstáculos que se están
desvaneciendo, y ven a los gobiernos nacionales como residuos del pasado, cuya
única función útil es facilitar las operaciones de la élite global
(https://bit.ly/2V9Srds).
Samuel Huntington arguyó hace 16 años –“Las almas muertas: La
desnacionalización de la élite estadunidense (https://bit.ly/3esxO43)– que la
perspectiva globalista es una postura de la minoría elitista no compartida por
la mayoría nacionalista. Normal: la plutocracia globalista hoy representa 1 por
ciento de EU.
A propósito, prosigue la guerra civil larvada en EU, mientras
que, en medio de 40 millones de desempleados por el C-19, continua la orgía de
riqueza cuando los multimillonarios de EU han ganado 584 mil millones de
dólares más en los pasados tres meses (https://bit.ly/3i5f24W).
¿Y que pasará con el Gran Reset en un escenario de relección
de Trump, aunque hoy parezca descabellado? (https://bit.ly/2YpQ8Fi)
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