Atzayaelh Torres.
Hemos comentado en entregas anteriores que una de las grandes
debilidades del modelo energético que se heredó del gobierno pasado, fue que
estuvo construido alrededor del Poder Ejecutivo, y sobre una autonomía relativa
de los órganos reguladores, misma que hoy está cobrando facturas (literalmente)
al sector privado.
Sin embargo, otro de los puntos débiles del modelo es que
gran parte de las oportunidades de negocio estaban ancladas a las empresas
productivas del Estado, controladas directamente desde el mismo poder
Ejecutivo.
Así, en medio de la incertidumbre declarada por el sector
privado, nacional e internacional (recordemos la carta del Instituto Americano
del Petróleo al gabinete económico de Trump), parece que para los empresarios
no hay hacia dónde hacerse.
En sector eléctrico olvídenlo. Además de que no existen
condiciones para asegurar la sostenibilidad de un negocio, los cambios que se
seguirán dando, salvo triunfos magros en los tribunales, no propician
condiciones y tienen como finalidad fortalecer a Pemex y CFE.
¿Exploración y producción… sin rondas y sin la promesa de
ellas? A este panorama hay que agregar que 40 por ciento de las pérdidas de las
empresas en el mundo para este y el siguiente año provendrán del sector
petróleo y gas, según un reporte de Fitch Ratings dado a conocer ayer, donde la
calificadora estima que ahí se tendrán pérdidas por 1.8 billones de dólares,
seis veces más que en el sector retail.
En México, la situación no será distinta. Fueron 18
petroleras las que han presentado ante la Comisión Nacional de Hidrocarburos
(CNH), solicitudes de prórroga para cumplir sus planes de exploración y
producción; así como diversas modificaciones, argumentando caso fortuito por la
pandemia del Covid-19. La única firme y aferrada a producir más es Pemex, quien
por más que se le presionó, no quiso alinearse con el recorte global de
producción, promovido por la OPEP y sus aliados.
Sin embargo, en el negocio de almacenamiento de
petrolíferos aún hay oportunidad, siempre y cuando no quieran anclar sus
proyectos a poliductos de Pemex, porque no se les dará entrada. Hoy y mañana
todo será Pemex, lo dejó claro el gobierno en el Programa Sectorial 2020-2024
que la Sener entregó a la Comener, donde afirma, por ejemplo, que una de
las estrategias para fortalecer a Pemex será que venda gas LP a hogares y
comercios con su marca propia. De hecho, hoy la Onexpo presentará la nueva
cámara que logró construir desde la Concamin para agrupar a los descobijados
empresarios del midstream y downstream, quienes no han visto su suerte desde
que llegó la #4T, pues no han podido concretar sus proyectos por depender de
las temporadas abiertas de ductos de Pemex, con los que buscan transportar sus
combustibles desde los puertos hasta las zonas de alta demanda, el Valle de
México, específicamente.
En fin, la #4T está poniendo sus reglas en la nueva
realidad energética de la que les platicaba la semana pasada, entonces ¿hacia
dónde hacerse?
¿Tren eléctrico?
Tremenda polémica se armó en semanas pasadas cuando se dio a
conocer que el Tren Maya se desplazaría con diésel, lo que encendió las alarmas
grupos ambientalistas y dio de qué criticar a la legión de opositores del
gobierno de López Obrador.
Al respecto, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo
(Fonatur), aclaró que el proyecto insignia de la 4T será un modelo híbrido
entre diésel y un sistema eléctrico
Además, que los dos tramos con mayor frecuencia:
Cancún-Tulum, y Tulum-Mérida, serán 100 por ciento eléctricos, y la puerta
abierta a que en unos 10 a 15 años, los 1,460 kilómetros del Tren Maya se
muevan vía hidrógeno.
Ahí nomás.
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