Salvador Camarena.
El Senado de la
República tiene ya la solicitud de Enrique Peña Nieto para que Paloma Merodio
sea nombrada como vicepresidenta del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi).
El titular del Ejecutivo firmó esa solicitud el día 23 de
febrero, y la misma llegó al Senado a las 16:30 horas del 24 de febrero.
No sabemos quién le
dijo al presidente de la República que la candidatura de Paloma Merodio era una
buena idea, pero están llevando al primer mandatario a un feo baile.
En el escrito que envió Peña Nieto al Senado se insiste en
que “resulta indispensable que las personas que integran la Junta de Gobierno
cuenten con la capacidad, experiencia y profesionalismo suficientes y, además,
que su designación sea realizada en el ámbito de la colaboración de poderes que
tanto la Constitución como la propia ley establecen”.
Cómo entender que el
presidente firme la solicitud que contiene el anterior párrafo y al mismo
tiempo asevere, también en ese documento, cosas que no se sustentan. Van
tres ejemplos.
Ayer se publicó aquí lo que dice la ley con respecto a los
nombramientos de la Junta de Gobierno del Inegi. Reiterando: el puesto requiere que el candidato (a)
tenga al menos cinco años de experiencia en un puesto de alto nivel del
gobierno. La maestra Merodio sólo lleva un año y cuatro meses como tal,
pues el escalafón es muy claro al estipular que alto nivel se considera de
director general para arriba. Ella sólo ha tenido ese nivel en su actual
encargo: directora general de Evaluación y Monitoreo de los Programas Sociales
de la Sedesol. Así que de saque no cuenta con ese requisito.
Segundo ejemplo. En
la solicitud se asevera que Merodio “ha impartido el curso Macroeconomía
Avanzada en la Universidad de Harvard”. ¿Suena muy bien, verdad? Pero para
ustedes, y supongo que para los senadores que deberán aprobar o desestimar este
nombramiento, ¿es lo mismo impartir un curso en Harvard que ser asistente de
quien imparte un curso en Harvard?
Porque lo que en realidad hizo Merodio fue asistir a quien impartía ese curso.
Ver esta liga: https://www.hks.harvard.edu/syllabus/2012/API-119.pdf
Tercer ejemplo. En la solicitud de Peña Nieto se habla de
que la maestra Merodio fue “consultora senior en la Corporación Internacional
Financiera (IFC, por sus siglas en inglés) en el año 2013; consultora senior en
Promujer de enero a mayo de ese mismo año, y consultora senior en el Banco
Mundial, programa de Agua y Saneamiento”.
Sería bueno que el
Senado de la República ponderara que esas consultorías fueron, tanto en el IFC
y como en el Banco Mundial, de apenas dos meses de duración. Quizás el título
correcto de esas experiencias sea, en inglés, intern. Es decir, hizo una
pasantía, seguramente valiosa, pero pasantía, en esas instituciones.
Enviar a Merodio a la
Junta de Gobierno del Inegi suena a 'caballo de Troya': tiene lógica como
un intento por capturar a una institución que debería ser un pilar del Estado
mexicano, sin importar el gobierno en turno.
Hoy sólo resta
esperar que el Senado de la República exija documentación de todo lo que dice
el nombramiento firmado por Peña Nieto, que se proporcione la evidencia de las
aportaciones científicas y técnicas de la maestra Merodio, tanto en la Sedesol
como en los anteriores trabajos. El escrutinio debe ser real, no una
simulación, pues está en juego la credibilidad del Inegi, ni más ni menos.
Aunque también está en juego la credibilidad de Peña Nieto,
a quien le hicieron firmar este nombramiento lleno de medias verdades.
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