Ricardo Becerra.
Reacciones y comentarios recientes, hacen necesario volver a
lo más básico de la triste historia, esa, que ha estancado durante casi 4
décadas al salario mínimo en México. La desindexación, la liberación del
salario mínimo, ocurrió por esto.
1) En los años
ochenta —a la desesperada— los precios clave de nuestra economía en crisis
fueron “anclados”, especialmente anclado los salarios de los trabajadores. La
sentencia fue: “no podrás incrementar más allá del aumento a la inflación” y la
cosa se convirtió en todo un mandato del ajuste. De ese modo comenzó una
diabólica costumbre: en una ley si, y en otra también, se colocó al salario
mínimo a cumplir otras funciones, unidad y múltiplo de cientos, miles de otros
precios (tarifas, cuotas, multas, etcétera). Así comenzó el uso y abuso del
salario mínimo. Incluso las multas del alcoholímetro en el entonces D.F. fueron
vinculadas al salario mínimo. El objetivo fue “amarrarlo” para que no pudiera
subir so pretexto del control inflacionario y de paso “lograr” una competitividad
exportadora basada en ofertar los más bajos salarios del planeta. Lo lograron.
2) Esto ataba al
salario mínimo, pues un alza importante, en automático, arrastraría a miles de
otros precios a la alza (créditos del INFONAVIT o el financiamiento de partidos
políticos, por ejemplo). Una inflación por default. Y así se tejió la gran
excusa para no incrementar el ingreso de los trabajadores durante 37 años. “Si
subes el mínimo subirán miles de precios” afirmaban los guardianes
macroeconómicos.
3) Precisamente por
eso, la propuesta de recuperación salarial expuesta por el Jefe de Gobierno,
Miguel Ángel Mancera, comenzó allí: desencadenar al salario mínimo mediante una
reforma legal que le devolviera su naturaleza constitucional: el monto de
subsistencia digna para los trabajadores menos calificados.
4) Mancera lo
logró, y su primer objetivo ocurrió en el año 2016, luego de muchos regateos
que se rompieron cuando, por fin, el Presidente Peña Nieto envió una reforma
constitucional en el mismo sentido. Liberar al salario mínimo de funciones que
no le correspondían.
5) Así,
“desindexar” se volvió un verbo-consenso: el salario mínimo podía ascender sin
provocar la inflación automática que lo ha mantenido en el sótano mundial.
Dicho de otro modo:
hoy la Constitución prohíbe usar al salario mínimo como unidad de medida (o
referente) de todo precio y por eso, todos —gobiernos, leyes e instituciones—
deberán ajustarse para que las cosas marchen por su propia senda, atendiendo la
lógica y las necesidades de cada tarifa, multa, ahorro o… pensión.
6) Todo bastante
elemental ¿verdad? Pero resulta que becarios y uno que otro articulista no
conocen o no han reconocido esta historia y piden ¡volver a indexar! al salario
mínimo. Y es que en diciembre de 2016, después de cuatro décadas, el mínimo
pudo subir 4 pesos más que la inflación observada, precisamente porque se ha
desindexado. Mientras tanto, la nueva
unidad de medida y referencia (UMA) subió nada más que la inflación, sin esos
otros 4 pesos.
7) Hay quien se llama
a sorpresa: las becas o las pensiones en
2017 se incrementaron conforme a la inflación, exactamente ¡como desde hace 37
años! el tiempo en el que los hoy quejosos, nunca protestaron. Es decir: para el resto de precios las cosas siguen
mal, como siempre, pero lo que sí pudo aumentar (un poco) fue el salario
mínimo.
8) Entonces ¿qué
queda por hacer? ¿Volver a atar al mínimo? Por supuesto que no. La tarea se
delinea en los artículos 6, 7 y 8 transitorios de la reforma constitucional: todos deben ajustar sus leyes y reglamentos
para que cada cosa camine por su sendero propio, de acuerdo con su propia
lógica y propósito. ¿Qué tal si el CONACYT calcula sus becas multiplicando por
5 UMAS y ya no por 4? Las becas conservarían su valor real y de paso dejamos que
los salarios mínimos corran por su propia cuenta. Y lo mismo en las leyes
del IMSS, en contratos privados o hipotecas. Hay que trabajar sobre la UMA y sus múltiplos, sin meterse con los
salarios mínimos.
9) Y algo más: si dejamos que el salario
mínimo se recupere (digamos, que alcance para desayunar, comer y cenar, en un
primer paso). Los trabajadores podrán cotizar más y el fondo de pensiones se
fortalecería por ese solo hecho.
¿Lo ven? Las cosas son exactamente al revés: desindexar el
salario mínimo ha sido una de las correcciones de política económica más
importantes de los últimos tiempos. Allí está la clave para hacer crecer el
mercado interno; la clave para que pensemos cada asunto en sus propios
términos; la llave para combatir seriamente tanta pobreza generada en el
mercado, y tanta desigualdad.
El autor es Subsecretario de Desarrollo Económico de la
CDMX.
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