viernes, 24 de febrero de 2017

Novísimos equívocos en torno al salario mínimo

Ricardo Becerra.

Reacciones y comentarios recientes, hacen necesario volver a lo más básico de la triste historia, esa, que ha estancado durante casi 4 décadas al salario mínimo en México. La desindexación, la liberación del salario mínimo, ocurrió por esto.

1)     En los años ochenta —a la desesperada— los precios clave de nuestra economía en crisis fueron “anclados”, especialmente anclado los salarios de los trabajadores. La sentencia fue: “no podrás incrementar más allá del aumento a la inflación” y la cosa se convirtió en todo un mandato del ajuste. De ese modo comenzó una diabólica costumbre: en una ley si, y en otra también, se colocó al salario mínimo a cumplir otras funciones, unidad y múltiplo de cientos, miles de otros precios (tarifas, cuotas, multas, etcétera). Así comenzó el uso y abuso del salario mínimo. Incluso las multas del alcoholímetro en el entonces D.F. fueron vinculadas al salario mínimo. El objetivo fue “amarrarlo” para que no pudiera subir so pretexto del control inflacionario y de paso “lograr” una competitividad exportadora basada en ofertar los más bajos salarios del planeta. Lo lograron.

2)     Esto ataba al salario mínimo, pues un alza importante, en automático, arrastraría a miles de otros precios a la alza (créditos del INFONAVIT o el financiamiento de partidos políticos, por ejemplo). Una inflación por default. Y así se tejió la gran excusa para no incrementar el ingreso de los trabajadores durante 37 años. “Si subes el mínimo subirán miles de precios” afirmaban los guardianes macroeconómicos.

3)     Precisamente por eso, la propuesta de recuperación salarial expuesta por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, comenzó allí: desencadenar al salario mínimo mediante una reforma legal que le devolviera su naturaleza constitucional: el monto de subsistencia digna para los trabajadores menos calificados.

4)     Mancera lo logró, y su primer objetivo ocurrió en el año 2016, luego de muchos regateos que se rompieron cuando, por fin, el Presidente Peña Nieto envió una reforma constitucional en el mismo sentido. Liberar al salario mínimo de funciones que no le correspondían.

5)     Así, “desindexar” se volvió un verbo-consenso: el salario mínimo podía ascender sin provocar la inflación automática que lo ha mantenido en el sótano mundial.

Dicho de otro modo: hoy la Constitución prohíbe usar al salario mínimo como unidad de medida (o referente) de todo precio y por eso, todos —gobiernos, leyes e instituciones— deberán ajustarse para que las cosas marchen por su propia senda, atendiendo la lógica y las necesidades de cada tarifa, multa, ahorro o… pensión.

6)     Todo bastante elemental ¿verdad? Pero resulta que becarios y uno que otro articulista no conocen o no han reconocido esta historia y piden ¡volver a indexar! al salario mínimo. Y es que en diciembre de 2016, después de cuatro décadas, el mínimo pudo subir 4 pesos más que la inflación observada, precisamente porque se ha desindexado. Mientras tanto, la nueva unidad de medida y referencia (UMA) subió nada más que la inflación, sin esos otros 4 pesos.

7)     Hay quien se llama a sorpresa: las becas o las pensiones en 2017 se incrementaron conforme a la inflación, exactamente ¡como desde hace 37 años! el tiempo en el que los hoy quejosos, nunca protestaron. Es decir: para el resto de precios las cosas siguen mal, como siempre, pero lo que sí pudo aumentar (un poco) fue el salario mínimo.

8)     Entonces ¿qué queda por hacer? ¿Volver a atar al mínimo? Por supuesto que no. La tarea se delinea en los artículos 6, 7 y 8 transitorios de la reforma constitucional: todos deben ajustar sus leyes y reglamentos para que cada cosa camine por su sendero propio, de acuerdo con su propia lógica y propósito. ¿Qué tal si el CONACYT calcula sus becas multiplicando por 5 UMAS y ya no por 4? Las becas conservarían su valor real y de paso dejamos que los salarios mínimos corran por su propia cuenta. Y lo mismo en las leyes del IMSS, en contratos privados o hipotecas. Hay que trabajar sobre la UMA y sus múltiplos, sin meterse con los salarios mínimos.

9)     Y algo más: si dejamos que el salario mínimo se recupere (digamos, que alcance para desayunar, comer y cenar, en un primer paso). Los trabajadores podrán cotizar más y el fondo de pensiones se fortalecería por ese solo hecho.

¿Lo ven? Las cosas son exactamente al revés: desindexar el salario mínimo ha sido una de las correcciones de política económica más importantes de los últimos tiempos. Allí está la clave para hacer crecer el mercado interno; la clave para que pensemos cada asunto en sus propios términos; la llave para combatir seriamente tanta pobreza generada en el mercado, y tanta desigualdad.


El autor es Subsecretario de Desarrollo Económico de la CDMX.

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