jueves, 23 de febrero de 2017

La negociación con Trump tiene que ser mucho más que comercial.

Jorge Suárez-Vélez.

La reunión entre el Gral. John Kelly y Rex Tillerson, titulares de seguridad nacional y relaciones exteriores de Estados Unidos, con el canciller mexicano y los secretarios de Defensa y Marina es un paso en la dirección correcta. La mejor carta de México para negociar con Estados Unidos es la seguridad.

El grupo más funcional del gabinete de Trump es precisamente su equipo de seguridad: el Gral. Mattis (Defensa), el Gral. Kelly (Homeland Security) y el Gral. McMaster, recién nombrado como Consejero de Seguridad Nacional, tres militares curtidos en Irak, que gozan de amplia credibilidad entre republicanos y demócratas. Es importante hacerlos entender que los ataques innecesarios contra nuestro país generan inestabilidad en un momento en el que el resurgimiento de la violencia, combinado con el bajo crecimiento económico esperado este año y el que viene, propician un ambiente idóneo para organizaciones criminales que presentan un riesgo potencial para Estados Unidos.

Debe preocuparnos el repunte en homicidios, y el hecho de que surge violencia en regiones donde no la había, como en Guanajuato, en una de las zonas industriales más importantes de México. A Estados Unidos le preocupa sólo lo que les afecta. La estabilidad de México es primordial, y también la prosperidad lo es. Si no por nosotros, por ellos mismos.

Pero, hay un par de tareas a hacer en paralelo. Los constantes ataques a México nos han puesto en el mapa, y despiertan la empatía de una parte importante del electorado estadounidense que no simpatiza con Trump (más numeroso que el que lo apoya, y creciendo diariamente).

Recordemos que el mandatario estadounidense goza de la menor aprobación de un Presidente que, en teoría, está en plena luna de miel a un mes de haber tomado posesión. Sé que resulta casi gracioso pensar que tantos estadounidenses no estuvieran conscientes de que existimos y de nuestros problemas, cuando somos sus vecinos. Pero, antes de criticarlos, veamos cuántos mexicanos apenas descubren por primera vez la problemática de los migrantes que se fueron de nuestro país, que lleva décadas de ser ignorada por México.

Así como ocurre con la población musulmana, el ataque a México sólo es posible si los dejamos señalar lo que nos hace diferentes del estadounidense promedio. Hay muchas más áreas en común que de diferencia. La oleada de migrantes mexicanos es la última entre muchas sucesivas en un país que, a pesar de Trump, es y seguirá siendo el melting pot de infinidad de migraciones previas de italianos, irlandeses, asiáticos y muchas otras que han contribuido a construir un país con grandes logros.

Así como lo está haciendo el comediante Conan O’Brien, quien transmitirá desde México su programa en un gesto de simpatía hacia nuestro país, tenemos que hacer un programa intensivo e inteligente para atraer a artistas, líderes de opinión, académicos, intelectuales, etcétera, que sentirían que venir a nuestro país es una forma de desafiar y oponerse a su Presidente. Hay vida después de Trump y este es un excelente momento para mostrarles la otra cara de México y forjar alianzas que nos servirán de mucho en este momento, pero también en el futuro.

Es importante mantener nuestra presencia en Estados Unidos. Hoy ésta cuenta más que nunca. Escucho que muchos mexicanos están evitando viajar a Estados Unidos, que estudiantes que pensaban ir a universidades estadounidenses cambiaron de opinión. Al contrario, hoy es cuando México necesita más embajadores que nunca, a gente capaz de acentuar las similitudes, haciendo el rechazo más difícil. Mostremos nuestra versión de esta historia.

Pensemos bien qué estamos dispuestos a negociar. El brutal endurecimiento de la postura anti-inmigrante estadounidense puede tener consecuencias serias en México. Sería extremadamente inoportuno que recibiéramos a decenas de miles de compatriotas con antecedentes penales que no tienen oficio ni beneficio en nuestro país.

Estados Unidos está en su derecho de expulsarlos, pero tienen que entender que desentenderse y acelerar el proceso incrementa, nuevamente, la inseguridad en nuestro país. Pero, también pensemos qué tan dispuestos estamos a recibir más ayuda real de fuerzas estadounidenses para combatir a organizaciones criminales que están rebasando al Estado.

Algo que también preocupa a Estados Unidos es la capacidad de empresas chinas de hacerse de infraestructura en México, teniendo la posibilidad de corromper en condiciones en las que empresas estadounidenses están maniatadas por la ley que se los impide (el Foreign Corrupt Practices Act). Pongamos sobre la mesa mecanismos para impedir que esto ocurra. Si el hackeo chino y el espionaje industrial vuelve loco a Estados Unidos a miles de kilómetros y con un océano de por medio, lo último que quieren es tenerlos en su “patio trasero”.

Mostremos que estamos dispuestos a nivelar el campo de juego y fortalecer instituciones.


La negociación empieza por la seguridad, y temas como el comercial y el migratorio deben simplemente ser estrategias evidentes para lograrla.

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