Jorge Suárez-Vélez.
La reunión entre el Gral. John Kelly
y Rex Tillerson, titulares de seguridad nacional y relaciones exteriores de
Estados Unidos, con el canciller mexicano y los secretarios de Defensa y Marina
es un paso en la dirección correcta. La mejor carta de México para negociar con
Estados Unidos es la seguridad.
El grupo más funcional del gabinete
de Trump es precisamente su equipo de seguridad: el Gral. Mattis (Defensa), el
Gral. Kelly (Homeland Security) y el Gral. McMaster, recién nombrado como
Consejero de Seguridad Nacional, tres militares curtidos en Irak, que gozan de
amplia credibilidad entre republicanos y demócratas. Es importante hacerlos entender que los ataques innecesarios contra
nuestro país generan inestabilidad en un momento en el que el resurgimiento de
la violencia, combinado con el bajo crecimiento económico esperado este año y
el que viene, propician un ambiente idóneo para organizaciones criminales que
presentan un riesgo potencial para Estados Unidos.
Debe
preocuparnos el repunte en homicidios, y el hecho de que surge violencia en
regiones donde no la había, como en Guanajuato, en una de las zonas
industriales más importantes de México. A Estados Unidos le preocupa sólo
lo que les afecta. La estabilidad de México es primordial, y también la
prosperidad lo es. Si no por nosotros, por ellos mismos.
Pero, hay un par de tareas a hacer
en paralelo. Los constantes ataques a México nos han puesto en el mapa, y
despiertan la empatía de una parte importante del electorado estadounidense que
no simpatiza con Trump (más numeroso que el que lo apoya, y creciendo
diariamente).
Recordemos que el mandatario
estadounidense goza de la menor aprobación de un Presidente que, en teoría,
está en plena luna de miel a un mes de haber tomado posesión. Sé que resulta
casi gracioso pensar que tantos estadounidenses no estuvieran conscientes de
que existimos y de nuestros problemas, cuando somos sus vecinos. Pero, antes de
criticarlos, veamos cuántos mexicanos
apenas descubren por primera vez la problemática de los migrantes que se fueron
de nuestro país, que lleva décadas de ser ignorada por México.
Así como ocurre con la población
musulmana, el ataque a México sólo es posible si los dejamos señalar lo que nos
hace diferentes del estadounidense promedio. Hay muchas más áreas en común que
de diferencia. La oleada de migrantes mexicanos es la última entre muchas
sucesivas en un país que, a pesar de Trump, es y seguirá siendo el melting pot
de infinidad de migraciones previas de italianos, irlandeses, asiáticos y
muchas otras que han contribuido a construir un país con grandes logros.
Así
como lo está haciendo el comediante Conan O’Brien, quien transmitirá desde
México su programa en un gesto de simpatía hacia nuestro país, tenemos que
hacer un programa intensivo e inteligente para atraer a artistas, líderes de
opinión, académicos, intelectuales, etcétera, que sentirían que venir a nuestro
país es una forma de desafiar y oponerse a su Presidente. Hay vida después
de Trump y este es un excelente momento para mostrarles la otra cara de México
y forjar alianzas que nos servirán de mucho en este momento, pero también en el
futuro.
Es
importante mantener nuestra presencia en Estados Unidos. Hoy ésta cuenta más
que nunca. Escucho que muchos mexicanos están evitando viajar a Estados Unidos,
que estudiantes que pensaban ir a universidades estadounidenses cambiaron de
opinión. Al contrario, hoy es cuando México necesita más embajadores que nunca,
a gente capaz de acentuar las similitudes, haciendo el rechazo más difícil.
Mostremos nuestra versión de esta historia.
Pensemos bien qué estamos dispuestos
a negociar. El brutal endurecimiento de la postura anti-inmigrante
estadounidense puede tener consecuencias serias en México. Sería extremadamente
inoportuno que recibiéramos a decenas de miles de compatriotas con antecedentes
penales que no tienen oficio ni beneficio en nuestro país.
Estados
Unidos está en su derecho de expulsarlos, pero tienen que entender que
desentenderse y acelerar el proceso incrementa, nuevamente, la inseguridad en
nuestro país. Pero, también pensemos qué tan dispuestos estamos a recibir más
ayuda real de fuerzas estadounidenses para combatir a organizaciones criminales
que están rebasando al Estado.
Algo
que también preocupa a Estados Unidos es la capacidad de empresas chinas de
hacerse de infraestructura en México, teniendo la posibilidad de corromper en
condiciones en las que empresas estadounidenses están maniatadas por la ley que
se los impide (el Foreign Corrupt Practices Act). Pongamos sobre la mesa
mecanismos para impedir que esto ocurra. Si el hackeo chino y el espionaje
industrial vuelve loco a Estados Unidos a miles de kilómetros y con un océano
de por medio, lo último que quieren es tenerlos en su “patio trasero”.
Mostremos que estamos dispuestos a
nivelar el campo de juego y fortalecer instituciones.
La negociación empieza por la
seguridad, y temas como el comercial y el migratorio deben simplemente ser
estrategias evidentes para lograrla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.