Salvador Camarena.
Grande indignación causó en el
México de aquellos tiempos la noticia de que dos pérfidos gobernantes de la
provincia de la Vera Cruz habían llegado a tan vil proceder, que en sus
reinados se engañaba a los enfermos, a quienes se suministraba agua en lugar de
medicamentos para el maligno cáncer que padecían los incautos.
La indignación creció al grado de
pedir la hoguera para esos señores cuando corrió la versión de que entre las
víctimas de tan perverso placebo había niños.
Delito de lesa humanidad, se oyó
decir a más de un locutor de la radio de esos días.
A
las pocas semanas aquello tenía toda la pinta de que terminaría en mucho ruido
y pocas, poquísimas nueces. Ocurrió que tras acudir al lugar de la denuncia, y
si bien decomisaron algunos especímenes de medicamentos falsos y no pocas
toneladas de otros menjurjes caducos, las autoridades sanitarias del supremo
gobierno no encontraron evidencia de tan rimbombante, como dramática, denuncia.
Todo
iba, pues, rumbo a ser lo que a varios, a los menos, les pareció desde un
principio: un burdo bulo (RUMOR) de un nuevo gobernante.
Cosa caprichosa era el
comportamiento del pueblo ese de los mexicanos. Tantas cosas se habían visto en
varios años en la Vera Cruz, que natural resultaba el dar crédito a la especie
de que la corrupción había llegado en ese reino al punto de que médicos y enfermeras
voltearían a otro lado a la hora de suministrar agua en vez de quimioterapias. Así que la indignación habría resultado una
buena noticia dentro de todo.
Pero hete aquí lo que no resulta
lógico del comportamiento de esos mexicanos súbitamente indignados por la
presunta corrupción en el tema de las medicinas.
Pongamos otro caso, uno de alguien
que por cierto también se apellida Duarte.
En
el informe de la auditoría a la cuenta pública 2015, el auditor encontró que en
el gobierno (es un decir) de Chihuahua de César Duarte hubo costos inflados en
la compra de medicinas para malversar 107 millones de pesos. Los precios
pagados fueron hasta de 20 veces el valor real. Publicado por Animal
Político http://bit.ly/2mewUwr
Pero lejos estamos de una excepción.
En 2014, el Excélsior publicó que la
Auditoría Superior de la Federación reportaba que entre 2009 y ese año, en sólo
cinco estados se generaron quebrantos por mil 772 millones de pesos por sobreprecios
en medicinas. http://bit.ly/1D1AX6o
Tan
corriente resultaba tan nefasta costumbre que en 2016 el Centro de Análisis e
Investigación (Fundar) denunció que la adquisición de medicinas de todos los
estados presenta irregularidades. “Se adquieren medicamentos que no están
dentro del catálogo o se adquieren a un precio superior al de referencia
marcado claramente en los tabuladores federales”. http://bit.ly/2mnrYFG
Establecido lo anterior, resulta
menester repetir eso de cuán gente rara son estos mexicanos, que se indignaron
ante la posibilidad de que a los más pobres y desvalidos se les hubieran
suministrado medicamentos falsos, pero guardan silencio cuando a esas mismas
personas se les deja sin medicamentos.
Que
alguien vaya y les explique a los más pobres que no es lo mismo darles un
medicamento falso que robarse 19 cajas del mismo (pagan uno al precio de 20),
que les intenten decir que lo primero sería intolerable, pero que lo segundo en México es… la costumbre.
Todo fue rasgarse las vestiduras en
el caso veracruzano, pero ni media palabra sobre fraudes monumentales, y nada
esporádicos, que en esos tiempos varios gobiernos llevaban a cabo con, ni más
ni menos, medicinas.
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