Raymundo Riva Palacio.
El 17 de febrero
pasado, el agente del Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal solicitó la orden de aprehensión en contra de César
Gerardo Francisco García Méndez, por el delito de administración fraudulenta.
García Méndez, junto con su socio, Ernesto Canales, el fiscal anticorrupción de
Nuevo León, defraudaron a Paula Cusi, viuda de Emilio Azcárraga Milmo, por los
seis millones de dólares (64 millones de pesos a la sazón) que había recibido
como compensación por la cesión de todos los derechos en la sucesión a Emilio
Azcárraga Jean. La orden de aprehensión sólo se giró en contra de García
Méndez, por lo que la de Canales, que jurídicamente sería culpable del mismo
delito, sigue en suspenso.
Este es un primer cierre del proceso legal que comenzó en
marzo de 2012, cuyas imputaciones, presentadas en este espacio en marzo y abril
del año pasado, fueron desmentidas por Canales. El 31 de marzo, el día que se
inició la publicación del expediente, el zar anticorrupción neoleonés le
declaró a Azucena Uresti en Milenio Televisión: “Este es un expediente que tiene ya varios años y no se ha probado
ninguna culpabilidad de nuestra parte. Son acusaciones que hace el señor
Raymundo sin una base cierta”.
Cuando Uresti le preguntó en específico sobre la
compensación de los 64 millones de pesos, respondió: “Este es un asunto que está en los expedientes. Ahí está establecido
que durante todo ese tiempo, la parte demandante, la parte acusadora, no ha
probado su acción”. Días después, ante la presión del Congreso local, Canales
admitió en una comparecencia que sí recibió ese pago como parte del proceso en
el que defendió a la señora Cusi, pero negó que se hubiera realizado en forma
indebida”.
El caso de la señora Cusi y Televisa no sólo es relevante
porque habla de la forma como Azcárraga Jean asumió pleno control de la empresa
hispana de televisión más importante en el mundo, luego de años de
negociaciones, sino porque el fraude
cometido en su contra tuvo como protagonista al zar anticorrupción del
gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, El Bronco, cuya campaña
electoral tuvo una sola promesa: combatir la corrupción. De acuerdo con la solicitud de aprehensión en contra de García Méndez,
es probable que la corrupción la tenga en casa con Canales, asociado
completamente en este proceso, como la parte acusada, a su viejo socio.
El caso, cuyo expediente consta de miles de páginas, se
puede resumir de la siguiente manera:
1.- El 28 de abril de 2011 la señora Cusi cedió “todos y cada uno de sus derechos” de la sucesión
de El Tigre, como apodaban a Azcárraga Milmo, a su hijo Emilio Azcárraga Jean,
mediante el finiquito de 50 mil pesos. Canales no le informó que se había
acordado, por decisión del presidente de Televisa, una contraprestación de seis
millones de dólares a cambio de desistirse de acciones legales para mantener el
16.6 por ciento de la empresa que le fue heredado por El Tigre.
2.- El 17 de mayo de 2011, Canales y García Méndez firmaron
esa indemnización mediante una Carta de Instrucción con el representante de
Televisa, Alejandro Bustos, donde solicitaba a la empresa determinar, a su
elección, la forma como se realizaría el pago compensatorio en dos
exposiciones, el 17 y el 27 de mayo de ese año, mediante dos opciones: un
depósito a la cuenta de Summer Stream, CV, por la vía de Abdadi&Co,
Secutities Ltd, en el banco Standard Bank PLC., en Londres, por tres millones
de dólares; y mediante la contratación que lleve a cabo Televisa de los
servicios de mercadotecnia de la empresa Summer Stream, CV, por otros tres
millones de dólares.
La señora Cusi jamás
se habría enterado de esta compensación –Televisa tampoco se imaginó, por sus
declaraciones ministeriales, que sus apoderados la mantendrían ignorante del
acuerdo–, de no haber exigido Canales y García Méndez el pago de cinco millones
de dólares por sus servicios. Para ella, en ese momento, no se explicaba
ese monto tras recibir sólo 50 mil pesos, que
aceptó porque lo único que le importaba es que Televisa, que la había
presionado metiéndola a la cárcel, se desistiera del proceso. La exigencia del
pago por sus servicios llevó a la señora Cusi a contratar a otros abogados,
quienes descubrieron la existencia de la Carta de Instrucción, con lo que
presentaron la denuncia por fraude en contra del zar anticorrupción y García
Méndez.
El caso que Canales insistió públicamente que estaba
cerrado, contra lo que se publicó en este espacio, confirmó el rumbo en
dirección opuesta al que señalaba. El pliego de consignación que firmó el
agente del ministerio público José Luis Quintero Mendoza, encontró a García
Méndez como probable responsable en la comisión del delito de Administración
Fraudulenta, en agravio de la señora Cusi. Encontró que actuó con dolo al haber
tenido “pleno conocimiento de que lo que hacía era indebido”. Según el pliego
de consignación, “se desprende que contaba con diversas alternativas de acción,
por lo que le era exigible un comportamiento diferente al efectuado, y al ser
capaz de motivación pudo también determinar su conducta”.
No lo hizo,
evidentemente, como tampoco Canales, acusado por la señora Cusi del mismo
delito, y que tendría que haber sido encontrado, como su viejo socio, presunto
responsable del fraude y girarse la orden de aprehensión en su contra.
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