Javier Risco.
La piel se
curte y se endurece frente al sol, el viento y el agua. La eterna repetición de
un gesto forma una arruga, un surco cada vez más grande. El roce constante y
reiterado del mismo esfuerzo crea un callo, una dureza dolorosa. Nos
transformamos para protegernos en nuestras pequeñas armaduras que son también
los signos de lo padecido. Si pudiéramos, nos doblaríamos hasta hacernos bolita
con tal de ya no sufrir con el sufrimiento de otros.
Nos hemos
cansado de mover la cabeza de un lado a otro, de decir que no. De no creer que
las cosas suceden. Pero suceden y por fortuna hay quien las ve por nosotros y
las captura para que el mundo que no está cansado y no tiene un callo ni una
arruga ni está curtido, se conmueva por nosotros que ya no lo hacemos.
Se han dado
a conocer los nominados al World Press Photo 2019 y entre los finalistas hay
dos fotógrafos mexicanos, Pedro Pardo y Yael Martínez. El primero es fotógrafo
de la agencia AFP, mientras que el segundo ha colaborado en diversos medios
como The Wall Street Journal y Bloomberg News y ya ha sido premiado previamente
por su trabajo.
Las imágenes
por las que han sido nominados son un golpe de verdad, uno fuerte, directo a
las partes blandas, de los que te doblan las piernas y te hacen tambalear.
La fotografía
de Pedro Pardo se llama 'Escalando la valla' y muestra a tres migrantes
centroamericanos intentando cruzar la frontera entre México y Estados Unidos en
El Chaparral de Tijuana, Baja California.
La
composición es bella, lo retratado no: a horcajadas sobre el muro, montada
sobre la división se ve a una mujer que estira uno de sus brazos hacia abajo;
en el abajo hay un hombre en puntillas esforzándose al máximo para llegar hasta
ella; entre ambos, un bebé de meses cuelga de las manos de ella y se despega de
las de él.
Quiero saber
qué pasó después. ¿Cruzaron? ¿Dónde están ahora cuando su foto da la vuelta al
mundo? No hay forma de saberlo, sólo podemos quedarnos con el instante del
intento y el resto fabularlo.
El trabajo
de Yael Martínez se inscribe en la categoría de proyectos de larga duración y
se titula 'La casa que sangra'. Sus imágenes dan fe de otra realidad tan
dolorosa como las penurias de la migración: la desaparición forzada. El
proyecto nació cuando el propio fotógrafo guerrerense vivió en primera persona
este drama, ya que dos de sus parientes están desaparecidos desde el año 2013.
La obra
transmite la sensación de estar invadiendo un hogar que debe seguir adelante a
pesar de este dolor, una visita que hacemos sin desearlo a la intimidad de una
familia rota por la falta. Presencias marcadas por la ausencia. El recorrido
por esa casa que sangra termina hiriéndolo a uno. Cada una de las imágenes va
construyendo el pesar y se transmite la tristeza de lo vivido y la poca ilusión
de lo que se está por venir.
Al recorrer
las imágenes de ambos fotoperiodistas, pienso: son trabajos distintos, de
tiempos distintos y fruto de miradas diferentes. Pero los personajes, el hueso
y la carne de esas fotografías son del mismo elenco. Los unos escapan de lo que
los otros han sufrido, los que huyen horrorizados son los ausentes en otras
casas que sangran.
La sensación
de abatimiento sobrevive a la visión. Es que la fotografía es un reflejo y eso
espanta. Premiados están.
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