Por Arturo Ángel.
Empleados
de mantenimiento o limpieza, secretarias, recepcionistas, mensajeros,
veladores, choferes de mudanzas, estilistas, y hasta un albañil analfabeta.
Todos empleados de un despacho de contadores y personas de bajos recursos que
fueron convertidos, en el papel, en flamantes empresarios con la complicidad de
notarios públicos.
Fue una
simulación a la que siguió otra: la de funcionarios que fabricaron licitaciones
que nunca ocurrieron, por bienes que no se entregaron, y donde incluso se
expidieron contratos con firmas falsificadas para que los mencionados
“empresarios” no se enteraran que se les adjudicaban millones y millones de
pesos del erario.
Así se
fraguó y ejecutó uno de los mayores desfalcos de recursos públicos de los que
haya registro en México: el desvío de más de 3 mil 600 millones de pesos a
través de empresas fantasma en el gobierno de Javier Duarte en Veracruz.
Se trata del
fraude revelado en su momento por Animal Político y Mexicanos Contra la
Corrupción y la Impunidad pero que ahora es confesado directamente por 17 de
los implicados, entre accionistas de las empresas fachada y exfuncionarios, en
declaraciones rendidas ante la Fiscalía General de Justicia del Estado.
Las
declaraciones fueron recabadas entre enero y marzo de este año por la Fiscalía
y forman parte del expediente con el cual se solicitó a un juez órdenes de
aprehensión en contra de 25 personas, entre los que se encuentra el exdiputado
federal del PRI Antonio Tarek Abdalá y el contador Víctor Manuel López Gachuz,
propietario del despacho de contadores implicado en la creación de las empresas
fachada.
Por ahora las
investigaciones de la Fiscalía se han centrado en los pagos por poco mas de 100
millones de pesos que salieron del DIF de Veracruz a seis empresas fantasma, en
los dos primeros años del sexenio de Duarte y con Karime Macías al frente de
ese organismo.
Los
testimonios arrojan elementos nuevos o confirman otros, como por ejemplo las
actuaciones irregulares de los notarios públicos que constituyeron estas
empresas dando fe de hechos que eran falsos, y el involucramiento del despacho
de contadores.
Hay
además la declaración de la exjefa de licitaciones del DIF Veracruz en la que
señala que en 2017 quiso confesar ante la autoridad todo lo que había ocurrido
tras los reportajes publicados, pero que no lo hizo pues su exjefe le advirtió
que “se meterían en problemas” y que detrás de todo había “personas
peligrosas”. Hoy, señala que teme por su vida y la de su familia.
10 de las
25 personas en contra de las que se giraron las órdenes de aprehensión ya
fueron detenidas.
Este jueves, un juez determinó vincularlos a proceso por diversos delitos
entre ellos el de asociación delictuosa. Tarek y Gachuz continúan prófugos.
FALSOS
EMPRESARIOS Y NOTARIOS MENTIROSOS.
12
personas que figuran como accionistas de las empresas fantasma rindieron
declaración ante los fiscales. Todos confesaron que no son empresarios y que,
en general, accedieron a firmar papeles cuyo contenido no conocían, o que en el
mejor de los casos les dijeron que estaban relacionados con alguna empresa,
pero sin saber que serían utilizadas para desviar recursos públicos.
Peritajes
practicados a los contratos concedidos por el DIF de Veracruz a estas compañías
fortalecen la versión de estos falsos empresarios, pues se confirmó que sus
firmas fueron falsificadas en los documentos, un hecho que también se había
evidenciado en el reportaje publicado por Animal Político en 2016.
Ocho de
los 12 falsos empresarios laboraron como trabajadores o colaboradores
eventuales del despacho de López Gachuz. Entre ellos hay una secretaria, una
recepcionista, dos trabajadores de mantenimiento, una auxiliar de oficina, un
mensajero, un velador, y una auxiliar de contabilidad.
Por ejemplo,
el señor Pedro Francisco Corona Montes dijo que su jefe en el despacho le
propuso que si firmaba unos papeles y daba una copia de su credencial de
elector le ayudarían con 1 mil 600 pesos mensuales, pago que recibió por
aproximadamente 5 meses. Añadió que a “varios compañeros de mantenimiento” los
usaron de la misma forma.
Otros
cuatro accionistas de las compañías fantasma que rindieron declaración no eran
empleados del despacho, pero sí personas de bajos recursos que afirman que, por
casualidad, conocieron a alguna persona que les propuso firmar documentos a
cambio de algún apoyo. Entre ellos hay un chofer de mudanzas, una estilista, y
un monitorista.
Pero el
caso mas extremo es el de Luciano Sánchez Díaz, quien dijo que siempre ha
trabajado como albañil y que no sabe leer, pero que accedió a firmar unos
documentos porque un contador de nombre “Noé” (posiblemente ligado al referido
despacho de López Gachuz) le pidió que “le echara la mano para constituir una
empresa” a cambio de 5 mil pesos que, en realidad, nunca le pagó.
Independientemente
de su perfil hay un hecho en el que coinciden todas estas personas: que los
notarios que constituyeron las empresas fantasma mintieron. Esto ya que, por
ejemplo, en las actas constitutivas los notarios dan fe que los accionistas
aportaban hasta 50 mil pesos para constituir dichas sociedades, un hecho que
los falsos empresarios negaron. Al contrario, ellos accedían a cambio de algún
poyo.
Tres de
los entrevistados relatan que “fueron llevados” ante oficinas que podrían haber
sido las notarías y que ahí les indicaron el papel a firmar directamente, pero
sin que les explicaran nada más. Pero el resto afirma algo peor: que ni
siquiera fueron a las notarías a realizar el trámite y que solo firmaron
papeles que la persona que los convenció les entregó.
Es el
caso de Moisés Jiménez García, accionista de la empresa Anzara SA de CV, que fue
constituida, según su acta constitutiva, ante el notario público número 19 del
municipio de Fortín de las Flores, Gabriel Alejandro Cruz Maraboto. Pero en
su declaración, Jiménez señala que él nunca ha ido a ese municipio, y que el
papel que firmó se lo dio un licenciado en Boca del Río.
En la
misma situación se encuentra el señor Luciano Sánchez, quien aparece como
accionista de la empresa Ravsan Servicios Múltiples SA de CV supuestamente
constituida ante la fe del notario público número 2 del municipio de San Andrés
Tuxtla, Jorge Guillermo Francisco Aguilar Montiel. Pero Sánchez sostiene que en
su vida ha ido a ese municipio, y que solo firmó unos papeles que le mostró el
referido contador “Noé” en Veracruz.
Otros
notarios que constituyeron empresas fantasma en actos simulados según las declaraciones
asentadas en la investigación fueron el notario 29 de Veracruz, Julio Alejandro
Hernández Gallardo; el notario público número 10 de Córdoba, Francisco Montes
de Oca López; y el notario número 11 en Boca del Río, Alberto Javier Robles
MIjares.
CONTRATOS
SIMULADOS Y AMENAZAS.
En el
expediente también se encuentran asentadas las declaraciones de al menos
cinco exfuncionarios del DIF estatal en el periodo en que Karime Macías lo
presidió. La mayor parte de ellos coinciden en que se registraron irregularidades
en los procesos de contratación de bienes, y dos de ellos sostienen haberse
negado a participar en peticiones que consideraban ilegales.
El
testimonio clave es el de Laura Elena Vega Martínez, quien laboraba como jefa
del Departamento de Licitaciones del referido organismo gubernamental. Lo que
la exfuncionaria confirma es que a las licitaciones se invitaba directamente a
empresas que le ordenaban sus superiores, que los oficios de invitación no se
entregaban a las empresas sino a personas sin identificar, que se elegía luego
a la “propuesta” que resultara mas barata y que los fallos tampoco se
entregaban a representantes de las compañías sino a sus jefes.
Vega
Martínez sostiene que le llamaba la atención que siempre le pedían invitar a
las mismas empresas y que incluso le llegaron a pedir (y así lo hizo) que
firmara los contratos en el apartado que correspondía al apoderado de la
empresa ganadora de la licitación.
Reconoce
que hizo todo esto porque se lo ordenaba su jefe inmediato, Víctor Manuel
Carrizo Yobal, subdirector de recursos materiales, quien a su vez le decía que
eran instrucciones directas de “la señora”, como se referían a Karime Macías.
Incluso se justificaba el simular las firmas en los contratos bajo el argumento
de que el DIF necesitaba ciertos bienes y de que los proveedores ya estaban de
acuerdo.
La
exfuncionaria añade que luego de que se enteró por un “reportaje de Animal
Político” que las empresas a las que se habían adjudicado los contratos eran
fantasma, y de que en 2017 la citaron por primera vez a declarar, ella quiso
confesar todo pero se desistió por una advertencia que le hizo Carrizo.
“Me dijo
que no fuera a decir nada porque me iba a meter en problemas y a él también,
porque eran personas peligrosas las que estaban involucradas en estos temas” añadió Vega Martínez.
Finalmente, la
exfuncionaria dijo que decidió confesar todo ahora porque no quiere problemas
con la justicia y de ser posible busca que le den una salida alterna que evite
que termine en prisión. Además, hizo responsable de lo que le llegue a pasar a
ella o a su familia a todos sus superiores, pues consideró que lo que le dijo
Carrizo Yobal era una “advertencia”.
En el
expediente también se encuentran testimonios de exfuncionarios del DIF que
estaban a cargo de inventarios y de la bodega central del organismo, quienes
señalan que nunca ingresaron al menos a ese sitio los bienes que supuestamente
se habían adquirido en los contratos.
Una de esas
exfuncionarias, Gladys Elizabeth Hernández Marin, analista contable del área
de almacén, dijo que incluso su entonces jefa, María del Socorro Pérez
Castillo, le llegó a pedir que ingresara al sistema la recepción de bienes de
los que no había prueba documental creíble de que se hubieran entregado, a lo
que se negó y por ello fue relegada de su puesto.
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