Por Gustavo
De la Rosa.
Empiezo por
el final.
La tragedia de Minatitlán es muy
similar a lo sucedido en Villas de Salvárcar, acá en Juárez, en 2010. El jefe
de un cártel de narcotraficantes ordenó el asesinato colectivo de varios
jóvenes que asistían a una fiesta de celebración por el triunfo en una liga de
fútbol americano. Ese día murieron 10 jóvenes y cinco adultos, y 10 más
resultaron heridos de bala.
En aquel entonces, en oposición al
Gobierno de Calderón y a su estúpida declaración explicando los hechos como una
riña entre pandillas, tomamos las calles para exigirle atención a la ciudad
porque ya no aguantábamos; exigimos la salida del Ejército y la intervención
responsable de la Federación para diseñar una estrategia integral que
permitiera enfrentar la violencia criminal que dejó a nuestra ciudad
inhabitable.
Cuando amainó la tormenta, entre 2013
y 2014, se detuvo a los líderes de los cárteles y, en sus declaraciones ante
las cortes norteamericanas, estos reconocieron que un buen número de los
homicidios de jóvenes adictos y sin hogar fueron parte de una guerra
sicológica, para crear el terror entre la ciudadanía y demostrar que las
fuerzas policiacas eran incapaces de controlar la guerra. Así lo explicó el más
feroz de los sicarios de los aztecas, Jesús Ernesto Chávez Castillo, “El
Camello”, quien reconoció haber asesinado a más de 800 personas.
He sido abogado de las víctimas de
Salvárcar durante cinco años y sólo se han detenido a cinco de los 20
criminales que participaron, mientras que a otro más se le liquidó en un
enfrentamiento con los militares; hemos revisado el caso una y otra vez y la
única explicación lógica que hemos encontrado es que fue un acto para
aterrorizar a la población, demostrando lo que eran capaces de hacer los
sicarios en activo. Y lo lograron, la vida nocturna se acabó, más de 200 mil
juarenses salieron de la ciudad, se quedaron abandonadas cerca de 100 mil
viviendas, que fueron vandalizadas posteriormente, y vivimos cinco años bajo el
terror de la delincuencia.
Dicen que en Minatitlán iban por una
persona en específico, pero realmente iban a masacrar a los asistentes
indefensos a la fiesta; lo mismo dijeron en Villas de Salvárcar, pero el
objetivo real era cometer un asesinato aterrorizante. Esa también fue la
estrategia de Pablo Escobar en Colombia al asesinar a gente inocente y así
amenaza el Cártel de Santa Rosa de Lima para exigir que le permitan robar
impune los energéticos de Pemex.
¿Qué podemos hacer? Lo mismo que
hicimos acá, despolitizamos el conflicto, apoyamos a las fuerzas federales,
estatales y municipales, y los supervisamos para que hicieran bien su trabajo;
incluso los empresarios se impusieron un gravamen extraordinario para enfrentar
y prevenir la violencia. Claro que había diferencias entre nosotros, pero era
muy claro que los enemigos eran los delincuentes, los asesinos y sus cómplices.
Con relación al memorándum diré que,
en estas fechas, han sucedido dos eventos que podemos calificar como históricos
en tanto que anuncian la primera buena nueva respecto a la aplicación del
estado de derecho mexicano; primeramente la reforma a la Ley Federal del
Trabajo para abrir mayores oportunidades a los trabajadores a organizarse
sindicalmente y en segundo lugar este memorándum, enviado por Andrés Manuel a
la Secretaría de Gobernación, al Secretario de Hacienda y al Secretario de
Educación.
El documento pide a sus subalternos
establecer prioridades en cuatro puntos específicos: cesar la aplicación
punitiva de las leyes de educación y dejar sin efectos las medidas derivadas de
la Reforma Educativa; combatir la corrupción en el manejo de las plazas
magisteriales y las aviadurías del sector; liberar a los presos políticos,
tanto magisteriales como activistas pacíficos por causas sociales; y reparar el
daño a las víctimas de la aplicación de la legislación educativa punitiva.
Y a contrario de lo que múltiples
analistas han expresado, acusando de anticonstitucional e ilegal el contenido y
forma del memorándum, tengo para mí que no sólo es totalmente legal, sino que
es un compromiso con la puntual aplicación de lo más avanzado de la
Constitución; me da pena que juristas destacados pidan que un documento
interno, sin efectos jurídicos directos y sin que exista persona alguna que
pueda ser perjudicada, exijan que el memorándum se funde y motive.
El origen de las dos exigencias que
constituyen el principio de legalidad se ubica en el Artículo 16 constitucional
y dice así: “nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio,
papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad
competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”; pero la fundamentación
y motivación de los actos de autoridad se dan en la relación
autoridad-gobernado, no en las relaciones cotidianas entre supra y subalternos,
y en ese espacio es donde se manejan los memorándums. Estoy seguro de que los
juristas han enviado decenas de instrucciones de trabajo a sus subalternos sin
motivarlos ni fundarlos en una norma específica.
Los actos que deben estar fundados y
motivados debidamente son los actos que realice la Secretaría de Gobernación,
de Hacienda y de Educación, y en cumplimiento del memorándum, deberán sujetar
sus actos de autoridad a lo que disponga la ley. No podrán citar como
fundamento para sus acciones el memorándum porque sólo un loco podría realizar
un acto de autoridad con tales bases, y no fue precisamente en los centros
siquiátricos donde AMLO reclutó a sus colaboradores.
Además, y porque he dedicado los últimos 14 años a
aplicar en la práctica, en la vida real y a enseñar en la universidad los
derechos humanos; considero que los destinatarios del memorándum tendrán
suficiente margen para fundar sus actos al traducir sus intenciones en acciones
jurídicamente válidas porque, desde 2012, y esto debe reconocérsele a Felipe
Calderón, se reformó la Constitución y se cambiaron los paradigmas de
interpretación de la ley si el caso concreto se refiere a derechos humanos
establecidos en la Constitución o en tratados internacionales.
Se trata de una transcripción casi
exacta de un párrafo del Pacto Internacional de los Derechos Políticos y
Civiles de 1986, que dice en su primer artículo: en los Estados Unidos
Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en
esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte […] Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias,
tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad.
En este
sentido lo único que en el fondo dice el
famoso memorándum es que se aplique, en casos concretos, el principio de
interpretación pro persona que se establece al declarar que “[…] Las normas
relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en
todo tiempo a las personas la protección más amplia”.
Decimos que este memorándum es
histórico porque es muy extraño que el Presidente de la República enfrente un
problema legislativo con valor y ofreciendo una verdadera opción por la
justicia, y que haga público un documento que normalmente es clasificado por
tratarse de un documento interno.
Calderón y Fox alzan la voz, pero el
primero nunca informó el medio que utilizó para ordenar al Ejército que
violentara la Constitución al salir a las calles; todos los que hoy se rasgan
las vestiduras por el supuesto uso ilegal y anticonstitucional de las
facultades del Presidente, en el mejor de los casos guardaron silencio, sino es
que aplaudieron, cuando Calderón utilizó al Ejército sin ninguna estrategia
definida en el inicio de la guerra que ha costado miles de vidas al país.
Morenos,
abandonen el confort que les brinda su reciente inclusión al presupuesto y
salgan en defensa de la justicia, de la Constitución y contra el terrorismo
delictivo. Salgan en apoyo a su Presidente de la República.
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