Ante los bajos
indicadores de aprobación de su gestión, Enrique Peña Nieto pareciera
justificarse con asuntos fuera de la política nacional. En una reunión con
periodistas ayer lunes dijo que no arriesgará el futuro económico del país,
“con todo y los costos políticos que eso pueda tener”. El Jefe del Ejecutivo sabe lo que dicen las
encuestas, que ahora no le favorecen, y especialistas políticos enlistan las
causas de su poca popularidad.
En términos generales, hace cuatro años las encuestas daban
un espaldarazo a Peña Nieto al reflejar aceptables niveles de aprobación. En
ese entonces, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresaba al poder
con la promesa de mejorar la economía nacional a través de la implementación de
las reformas estructurales. Pero hoy la economía sigue sin despegar.
El 19 de febrero, el diario El Economista publicó los más
recientes resultados de aprobación de Peña Nieto de la encuestadora Consulta
Mitofsky. El sondeo refirió que sólo el 17 por ciento de la población aprueba
al mandatario; en tanto que el 77 por ciento está en desacuerdo.
“Los segmentos donde Peña Nieto alcanza mayor aprobación son
las zonas rurales, quienes cuentan con educación menor o igual a primaria y los
mayores de 50 años. Y en donde es peor
evaluado es en el grupo más escolarizado, más rico y en el centro del país”,
expuso la conclusión de la encuesta hecha a 3 mil personas en los meses de
diciembre a febrero.
Estos resultados son más conservadores que los expuestos por
otras casas de encuestas. Grupo Reforma publicó el 21 de enero que sólo el 12
por ciento de la ciudadanía aprueba al Presidente, mientras el 86 por ciento
no.
¿Qué hundió la imagen
Presidencial? De forma reciente, este año, las medidas contra los bolsillos de
la ciudadanía tuvieron un impacto negativo en la aprobación de la gestión
presidencial, refirió Nicolás Loza Otero, analista político de Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
“El gasolinazo y la
devaluación del peso fueron factores decisivos. Porque sabemos que son dos
precios en los que la gente pone mucha atención y son muy relevantes para
juzgar a la figura presidencial”, dijo el profesor.
El aumento hasta en un 20 por ciento en los precios de la
gasolina derivó en una serie de marchas protagonizadas por ciudadanos y los
sectores de trabajadores organizados.
Por otra parte, el 20 de enero el Presidente Donald Trump
arribó a la Casa Blanca. El discurso hostil hacia México que manejó durante su
campaña como candidato del partido Republicano se mantuvo una vez llegado a la
Oficina Oval. Pero las respuestas del
Presidente Peña Nieto no igualaron el tono. Y algunos lo acusaron de no
defender los intereses del país.
El Presidente Trump ha continuado las deportaciones de
mexicanos. Cada semana 405 personas llegan al país en tres vuelos. Y el magnate
de Nueva York apuesta por un plan que refuerce las acciones antimigratorias.
Además persiste en que sea México el que pague un muro entre la frontera de 3
mil 100 kilómetros que separa ambos países. Pero del lado mexicano, la Presidencia ha preferido la mesura. Y en
ocasiones, el silencio.
“Sin duda jugó en contra de la imagen de [Peña Nieto]. El
Presidente Trump ha sido bastante explícito en términos de muchos epítetos a
los mexicanos. Y en ese sentido a Peña
se le ha juzgado en términos de muy poca fuerza, estrategia, diplomacia y muy
poco orgullo a la embestida”, dijo Manuel González Navarro, profesor de la
Universidad Autónoma Metropolitana, especialista en imagen política.
Pese a los agravantes de 2017, analistas apuntaron que la desaprobación de
Peña Nieto ha sido gradual. En 2013 las encuestas lo ponían como un líder con
aprobación.
Gea- Isa, una encuestadora que dio buenas calificaciones a
EPN, evaluó en el primer trimestre de 2013 que el mandatario contaba con el 55
por ciento de aprobación y un 33 por ciento de desaprobación. Una situación que
cambió de forma radical. La misma casa de encuestas apuntó, en el cuatro
trimestre de 2016, que su desaprobación alcanzó el 65 por ciento y su
aprobación el 33 por ciento.
“Me parece que ante
la opinión pública el inicio de su debacle en popularidad empezó con el
escándalo de la Casa Blanca [reportaje periodístico del 9 de noviembre del
2014]. A través de un manejo desidioso, poco inteligente de la cuestión y luego
se sucedieron muchos acontecimientos en donde jamás hubo un manejo diferente o
mejor. El tema de la corrupción ha sido
decisivo”, dijo Nicolás Loza Otero.
El mes pasado, México
cayó 28 escaños en el Índice de Percepción de la Corrupción en el sector
público, que realiza la organización Transparencia Internacional. El país sacó
una nota de 30 de 100 puntos. Una escala donde los evaluados con puntajes
más cercanos a cero son los que han registrado mayor percepción de corrupción.
La pobreza también
tiene al país en la zozobra, apuntaron académicos. El informe más reciente de
la Auditoría Superior de la Federación (ASF) refiere que en el país hay 55.3
millones de personas que viven en pobreza.
Peña Nieto encabezó el Pacto por México, una alianza
interpartidaria con los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolución Democrática
(PRD), que le sirvió para impulsar 13 reformas estructurales en el Congreso de
la República.
“Las reformas
estructurales no han cuajado. Se sobrevendieron como un relanzamiento de
México, su unidad y el pacto por México. Y lo cierto es que descuidaron la
redacción de las reglas de operación. Descuidaron el aterrizaje de estas
reformas. Y desalinearon los intereses de distintos grupos”, dijo Marco
Arellano Toledo, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En una reciente conferencia de prensa, el Centro de Estudios
Espinoza Yglesias (CEEY) apuntó que en México 70 de cada 100 personas que nacieron en condiciones de pobreza,
seguirán siéndolo 30 años después.
“La baja popularidad
tiene que ver con un Gobierno que no se dedicó a resolver los problemas de
pobreza y desigualdad que tienen en el país. Perdieron toda brújula sobre el
desarrollo social del país. De tal manera que en los últimos 20 ó 30 discursos
de Peña Nieto no se habla de desigualdad. Ni de pobreza. Y pareciera que este
problema no existe”, dijo Toledo.
La situación de EPN podría comprometer las aspiraciones del
PRI de cara a las elecciones de junio de este año en el Estado de México,
Nayarit y Coahuila; y las presidenciales que se realizarán en 2018.
“Se trata de una medida que es decisiva en las intenciones
de voto del Partido. Y eso no es la por la coyuntura actual sino siempre ha
sido así. Es decir, se sabe muy bien, no sólo en México, que el motor del
partido es la aprobación a la gestión del Presidente”, dijo Loza.
Las elecciones en el Edomex, uno de los bastiones políticos
del Tricolor, darán la pauta para pensar en 2018. Arellano sostuvo que la baja
aprobación del Presidente podría dividir su partido, pero no necesariamente
mermar las aspiraciones del PRI.
“Creo que el Edomex va marcar un referente. Si pierde el
PRI, y sí que hay probabilidades, entonces la coalición de los históricos
encabezada por Manlio Fabio, Beatríz Paredes, empezarán a desmarcarse del
Presidente Peña para construir una candidatura paralela a la que tenía el
Presidente y su grupo compacto”, dijo Arellano.
A cuatro años de haber tomado el cargo, el último intento de
Enrique Peña Nieto será delegar al próximo candidato del PRI, agregó el
profesor de ciencias políticas. Una batalla interna que se hará más palpable en
junio.
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