Bernardo
Barranco dice que está contento y sorprendido, pensó que el Papa Francisco iba
a aguantar a Norberto Rivera Carrera por lo menos hasta que pasaran las
elecciones. Pero no fue así. Por su libro “El pastor del poder”, este
economista y sociólogo no fue discutido, nadie le hizo una respuesta en
desacuerdo, por lo que hay que pensar que Norberto Rivera en la cabeza de este
analista en asuntos religiosos, se parece mucho al verdadero.
Ahora
Barranco acaba de sacar el libro “El infierno electoral” (Grijalbo) que, entre
diversos asuntos, describe a otro
personaje que está en el centro de la polémica: Lorenzo Córdova Vianello,
actual presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).
El análisis,
donde colaboran seis ex consejeros electorales, una consejera en funciones y un
ex titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales
(FEPADE), destaca que el fraude
sistémico que se vivió en el proceso electoral mexiquense puede repetirse
ahora, el 1 de julio, en la elección presidencial.
“No es una
simple hipótesis”, dicen desde las páginas no sólo el coordinador del libro,
Bernardo Barranco, sino Gabriel Corona Armenta, Ana Vanessa González Deister,
Eduardo Huchim May, Norberto López Ponce, Santiago Nieto Castillo, José Núñez
Castañeda y Karina Vaquera Montoya.
Hay muchas razones para pensar en un
fraude sistémico, que otra vez incline la balanza para el establishment, aunque
México no sea el Estado de México y aunque haya un titular joven y atento en el
INE.
“Lorenzo Córdoba es decepcionante.
Reina en el INE, pero él no gobierna”, dice Bernardo Barranco con voz firme.
“Ya no se trata sólo de un
multimillonario desvío de recursos, sino de la plena utilización de las
instituciones para perpetuar al PRI en el poder. Ya no es únicamente el robo de
urnas o la compra de votos, sino la manipulación de leyes, estructuras y
nombramientos. Ya no se trata nada más de ganar una gubernatura a la mala, sino
de perder todo un proyecto de nación merced a la impunidad y la corrupción
sistemática”, dice
el libro, que lleva un prólogo del prestigiado historiador, académico y
politólogo Lorenzo Meyer Cossío.
“Ojalá que la lección que se saque de
la experiencia mexiquense lleve a todos los responsables políticos y a los
ciudadanos a aceptar que el camino que recorrió el poder en el Estado de México
ya es inviable a nivel nacional y que no reconocer esa advertencia puede
terminar en un despeñadero donde muy pocos saldrán indemnes”, dice el prologuista.
“Es una gran
advertencia mi libro”, expresa con convicción al final de la entrevista
Barranco, también Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y Maestro en Sociología del Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de
Altos Estudios Sociales de París.
–El libro nos hace pensar lo que hace
mucho venimos pensando, que va a haber fraude electoral. ¿Es así?
–La idea
surge de los propios consejeros que tenemos una especie de frustración, porque el instituto electoral que surge en
los años 80, se va perfilando en los 90 y estimulada por la gran presión
ciudadana, que quiere hacer elecciones diferentes a como se venían haciendo.
Muchos de
nosotros estuvimos muy involucrados en la importancia de la lealtad electoral.
A mí me tocó la alternancia de Vicente Fox en el 2000 y la apuesta era a que el ciudadano es un contrapeso a toda la estructura
electoral, era una especie de tres patas, donde había un cierto equilibrio. Ese
equilibrio se ha roto, hoy el polo ciudadano ya no existe. Lo que existe son
más bien funcionarios electorales. Lo que es propiamente una ciudadanía se
ha venido diluyendo y eso es un gravísimo peligro. Los consejeros que
escribimos en el libro nos concebimos en esa lógica de contrapesos y hemos visto con mucha decepción que el INE
ha venido siendo colonizado por los partidos políticos, ha venido siendo arrastrado por las cuotas
de poder y que el INE se ha deformado y que por lo tanto la corrupción que
existe en la vida política, en la vida empresarial, en las finanzas, está
presente cada vez más en la vida electoral.
–El director
del INE, Lorenzo Córdova, es muy joven. ¿Será por eso que ha sido colonizado?
–Lorenzo Córdova es decepcionante. Yo lo tenía en muy alta estima
cuando era un analista, había sido asesor de José Woldenberg, joven, fresco,
con ideas democráticas, agudo en sus análisis, imparcial, con ciertos niveles
de objetividad. Participé con él en diferentes foros, en varios programas de
televisión, en debates, y cuando él llega a la presidencia del INE me causó
mucha confianza, por su trayectoria, por su padre, un gran analista, un hombre
íntegro [Arnaldo Córdova, 1937-2014)], pero
algo pasó con la llamada donde se burla de los pueblos autóctonos. A partir de ese momento, Lorenzo Córdova
cambia totalmente. Se ha venido imbuyendo con este espíritu técnico y
burócrata, de tal suerte de que Lorenzo Córdova hoy reina en el INE, pero no lo
gobierna. Quien gobierna, quien es
factor de poder, es Marco Antonio Baños, que es un operador siniestro, al
servicio del sistema político, discípulo de Manlio Fabio Beltrones y muy
señalado por intervenir y manipular al Instituto. De manera clara y muy enfática,
yo manifiesto mi decepción por Lorenzo Córdova.
–Hubo mucha
decepción con los candidatos independientes
–La corrupción ha manchado el proceso
electoral, en 2014 se pensó que la opción por los independientes que iba a
refrescar la atmósfera política del país y no ha sido así. Más bien todo lo
contrario. Se ha envilecido, todos han hecho trampa, incluso hablamos del
sistema electoral en el Estado de México, los candidatos independientes también
hicieron trampa. Fíjese lo de Isidro Pastor. Primero lo dejan entrar, luego lo
sacan, con todas las boletas hechas, 30 millones de pesos que costaron al
erario y había dos versiones de boletas… ¡hay desorden! En el caso de los
actuales independientes, todos hicieron trampa y eso nos lleva a pensar que no
es una alternativa de refresco, hay que repensar los condicionamientos, a lo
mejor 800 mil firmas son un absurdo.
–¿Podemos
esperar entonces un fraude electoral para presidente?
–Es una
pregunta corta pero durísima. Lo que
nosotros hemos entendido en “El infierno electoral” son los fraudes sistémicos
del Grupo Atlacomulco en el poder. Un grupo que no sólo es un club político,
sino que hay grandes negocios detrás del Grupo Atlacomulco y una extraña mezcla
entre política y negocio. Este grupo ha durado más de 90 años en el Estado de
México, imponiendo una cultura política autoritaria, provinciana, excluyente y
sobre todo una cultura política pobre en contenidos y rico en forma. Es muy
importante vestirse bien, jugar por la apariencia, todos tienen enjuagues
bucales porque se hablan de nariz a nariz, es
un mundo muy particular que nos remite a los años 50 y 60 del siglo pasado,
cuando la política era el estilo, la forma. El grupo que hizo un conjunto de trapacerías en el Estado de México es
el mismo grupo el que está en el poder central y por lo tanto las inercias
pudieran indicarnos que habría un conjunto de elementos irregulares en el
proceso actual. Ya hay algunos síntomas, pero México como país no es el Estado
de México. Eso hay que tenerlo claro.
–¿A qué
llaman ustedes “El infierno electoral”?
–Uno de ellos es el más despreciable
éticamente hablando es el tema de la utilización de los programas sociales. En
varios Estados ya está la tarjeta rosa. El vocero de presidencia, Eduardo
Sánchez, señaló que los programas sociales no se iban a frenar, porque había
muchas necesidades de los pobres. Los fondos están blindados electoralmente. En
el Estado de México el voto fue inducido por el comportamiento de los programas
sociales. Es una falta de normativa, se viola la ley electoral y se viola la
dignidad de la gente pobre. El otro es la guerra sucia planteada durante el
proceso electoral.
La PGR se encargó de golpear a las candidatas Josefina Vázquez Mota y Delfina
Gómez Álvarez. A Josefina Vázquez Mota le sacaron unos fondos que el propio
Gobierno le había entregado y vinculó a la familia, ella, al empezar el proceso
electoral era la puntera y terminó siendo la cuarta. Ahí la PGR tuvo una
actuación facciosa, lo mismo quiso hacer
con Delfina, pero no tuvo el mismo impacto. Tal es así que tres meses después
de las elecciones la PGR dijo que no tenía pruebas, pero en el camino la destrozó. Lo mismo está actuando con Anaya, no
sé si Anaya lo hizo o no lo hizo, pero lo que está haciendo es un desgaste
mediático, sostenido, soterrado… Hay un
uso faccioso. Es el segundo signo faccioso del infierno electoral.
–¿Y las
maniobras del crimen organizado vistas durante las elecciones en el Estado de
México?
–Ese es el tercer signo. Los
levantones, las cabezas de cerdo, llamadas telefónicas en la noche, los
volantes de narcos lanzados desde el avión, como bien lo marca Norberto López
Ponce, fue un proceso electoral de miedo y terminó ganando Del Mazo. No fue una
campaña generalizada, sino una campaña en aquellos distritos donde la oposición
estaba fuerte. El
maestro muestra con estadísticas el impacto de esta campaña de miedo que se
instala, hecha con métodos del crimen organizado. ¿Qué estamos viviendo ahora? Van como 100 muertos en el proceso
electoral, ¿qué nos está indicando? Hay una irrupción del crimen organizado,
preocupante, hay una sombra bastante feroz que nos está llevando por rutas
bastante inéditas que se abrieron en el Estado de México.
El último
síntoma tiene que ver con que el
candidato José Antonio Meade estuvo con Alfredo del Mazo y con Eruviel Ávila en
el Estado de México y planteo que se iba a inspirar en el triunfo mexiquense
para conquistar la Presidencia de la República. Es una declaración tremenda,
porque ha sido una elección sucia, manipulada, más tramposa que se haya tenido
en la historia.
–Meade está
cada vez más abajo, ¿qué debemos esperar?
–En el Estado de México, Del Mazo iba
muy por debajo y Delfina muy arriba. Había un nivel desaprobación del PRI de un
60 por ciento y mira cómo terminó. Lo que hicimos con el libro fue una advertencia de que hay muchas irregularidades que podrían
repetirse.
La otra es
una llamada de atención a los especialistas, a los periodistas, de que el
proceso se está dando en los tejidos sociales y que están muy distraídos o
embelesados con la lógica de los cuartos de guerra de los candidatos. No es
todo el proceso electoral. Abajo, en los poros de la sociedad, ahí se está
operando ya la elección.
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