jueves, 2 de abril de 2020

Trump pretende ir por Maduro - Coronavirus y narco, el pretexto - Obsesivo etiquetado en México - Ruiz Esparza, emblema de corrupción.


Julio Astillero.

Con el coronavirus como pretexto, Donald Trump anunció ayer una operación bélica contra el narcotráfico en América Latina, que tiene como cantado destinatario a Venezuela y en específico al presidente Nicolás Maduro, al que el pasado 26 de marzo se había acusado desde Washington de delitos relacionados con narcotráfico y lavado de dinero. El mensaje enviado a Caracas tiene una suerte de copia extraoficial para México.

La crisis sanitaria mundial fue aprovechada burdamente por el ocupante de la Casa Blanca para ordenar la duplicación del personal militar destinado a combatir la producción y distribución de drogas desde países latinoamericanos. Según Trump, los cárteles de narcotraficantes actuaron con toda oportunidad para evitar que los cierres de fronteras y vuelos les afectara comercialmente. Tal previsión empresarial del crimen organizado sería el móvil para el enojo guerrero del rubio multimillonario, que envía dos veces más militares y equipo bélico a otras latitudes, mientras nada hace en la parte central del asunto, que es el continuo e impune consumo de esas drogas en el amplio mercado estadunidense.

Más allá de lo que se opine de la gestión del sucesor de Hugo Chávez, resulta ominoso el movimiento militar que ha ordenado el presidente de Estados Unidos. Abiertamente mezcla los delicados temas de la expansión contagiosa del coronavirus y del narcotráfico para emprender una acción que pretende derribar a Maduro e incluso encarcelarlo, pues menos de una semana atrás se ofrecieron millones de dólares a quienes dieran datos que permitieran la detención del presidente de Venezuela y de algunos de sus principales acompañantes en el ejercicio del poder.

En dicha tentativa de intervencionismo en Venezuela está como estratégica motivación la riqueza petrolera que en estos tiempos de incertidumbre adquiere mayor relevancia para la nación imperial. Y la demostración ante otras potencias extracontinentales, en confrontación con el poderío gringo, de que en América se hacen las cosas que determina Washington. Por todo ello, buques de la armada estadunidense estarían por ser enviados hacia aguas caribeñas cercanas a Venezuela, según confiaron a la agencia AP fuentes que pidieron anonimato.

Según las palabras de Trump, 22 países de la región apoyan los expansivos nuevos planes que buscan que el narcotráfico no se beneficie de las circunstancias dislocadas que está provocando el Covid-19. Seguramente la administración obradorista habrá de precisar el grado y los términos de ese apoyo, si es que se dio.

Pero este aventurismo bélico de Trump en Latinoamérica podría convertirse en otro instrumento de presión y chantaje hacia México y en especial contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, que en estos días libra una seca batalla frente a empresarios nacionales y extranjeros que pretenden que el dinero público sirva para rescates y apoyos a sus negocios, lo cual no coincide con la postura del tabasqueño, que privilegia la ayuda directa a la mayoritaria población desprotegida del país.

No es accidental o fortuito que en días recientes una oposición ávida de ser impulsada en afanes golpistas por poderes externos haya difundido de forma exagerada la etiquetación del gobierno andresino como un narcopoder. El saludo del presidente de México a la madre de Joaquín Guzmán Loera fue convertido de manera obsesiva en un recurso en redes sociales para tratar de forzar la idea de que López Obrador tiene pactos con el cártel de Sinaloa. Como si les hubiese sido fijada la tarea de promover tal clasificación criminal del gobierno federal, esos opositores, sobre todo el calderonismo, han pretendido instalar condiciones para que la furia trumpista “ antinarco” se asome también a México.

Y, mientras ha muerto Gerardo Ruiz Esparza, quien fue secretario de Comunicaciones con Enrique Peña Nieto como gobernador del estado de México, y de Comunicaciones y Transportes en el gobierno federal, personaje emblemático de la corrupción institucionalizada por el peñismo y el grupo político mexiquense aún subsistente,

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