Adela
Navarro Bello.
Cuando Andrés Manuel López Obrador,
el presidente electo de México dio a conocer la lista de 32 nombres de quienes
serían sus coordinadores en los estados de la República, lo primero que se
pensó es que nacía una nueva suerte de virreinatos federales para controlar a
los gobernadores y a los alcaldes del país.
No que no
hayan existido antes, los delegados
federales por mucho tiempo se han tomado ese papel desde su representación
regional, especialmente aquellos que en la época de Miguel Ángel Osorio Chong,
fueron delegados de gobernación.
Ciertamente
de la mano de Morena y del presidente López Obrador (¿se han fijado que ya
nadie le dice Peje al Peje?) las
coordinaciones estatales pasarían a otro nivel. Una relación directa con el
titular del ejecutivo nacional, la eliminación de las delegaciones para que las
dependencias federales todas (hay estados que tienen más de 100), fueran
coordinadas por una sola persona, así mismo el manejo de los recursos federales
recaería sobre este coordinador. De ahí el mote de virreyes, pues como en
los tiempos de la dominación española sobre México, los virreyes eran los representantes y administradores locales de la
corona ibérica.
De hecho, el
formato de poder federal era tal que se convertirían en gobernadores federales
frente a los gobernadores estatales, además que en efecto, tomarían el cargo
como una especie de incubadora política de gobernadores, pues muchos de ellos,
se sabe ahora y después de arrasar López Obrador el 1 de julio de 2018, aspiran
a convertirse con gobernadores.
Así se veían los coordinadores, unos
incluso ya empezaban a conformar su virreinato. En entrevistas que concedieron los
llamados a convertirse a partir del 1 de diciembre de 2018 en coordinadores
estatales, hablaban de cómo no
permitirían que los gobernadores hicieran mal uso de los fondos federales, e
incluso de programar obras más allá de las programadas en cada entidad
federativa por su gobierno local, y también de coordinar todo, incluidas las
áreas de seguridad.
Sonaba raro. No es de imaginarse que
un civil, por más coordinador presidencial que sea, le fuese a dar órdenes a
los generales de las regiones o zonas militares del país, vaya ni a los que
encabezan en calidad de comandantes una guarnición. ¿O se imagina usted a un
civil dándole órdenes al almirante de la Marina en un estado como Veracruz,
Colima, Sinaloa, Baja California?
Aparte está la aun PGR con
representación en los 32 estados, y por supuesto las comisarías de la Policía
Federal también en todas las entidades, así como las representaciones de la
gendarmería e incluso las del CISEN, pasando por las policías fiscales y aquellas
de caminos. Si para un coordinador sería difícil conocer de todos los temas que
actualmente están separados por áreas como la agricultura, las aduanas, la
pesca, las carreteras, la tramitología particular de economía o en materia de
educación universidades y preparatorias, entrarle de lleno como lo requiere el
tema de la seguridad, no sería cosa sencilla.
De suyo la coordinación
interinstitucional en materia de seguridad ha sido el talón de Aquiles de las
administraciones federales últimas, acaso donde más hubo esa correspondencia
entre los tres niveles de gobierno en el tema del combate a la criminalidad,
fue en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y ya conoce usted los resultados.
Los generales y sus tropas salieron a las calles para no regresar a los
cuarteles… hasta que López Obrador prometió regresarlos a las instalaciones
militares solo para recular una vez oficializado su triunfo del 1 de julio.
Hace unos
días en reunión con los gobernadores -privada por cierto- el presidente electo
volvió a recular, o por lo menos a normar un poco antes que sea una realidad,
la facultad que tendrán los coordinadores presidenciales en los estados de la
República. De entrada, les dijo que no
manejarían recursos federales –seguramente muchos virreyes se sintieron
desolados-, que no se harían cargo de los programas sociales y, especialmente,
que no le entrarían al tema de la seguridad.
Aunque esto se supo de voz de los
gobernadores convocados por Andrés Manuel López Obrador, es importante destacar
que es evidente, el cargo de coordinador se está moldeando y no es una realidad
de virreinato como lo declararon algunos de los que ocuparán esa posición.
Tendrán poder, sí, pero acotado.
El gobernador seguirá yendo por
recursos a la federación, y los generales y los almirantes seguirán en la
estrategia de combate al narcotráfico y el crimen organizado como hasta ahora y
desde el 2006 coordinados desde la presidencia de la República en un cuarto de
guerra donde estará también el secretario de seguridad, el/la procuradora (aun
no es fiscalía), y las otras áreas encargadas de seguridad y política interna.
Ciertamente
el presidente electo ya reconoció que
aquello de regresar a los militares a los cuarteles fue una promesa de campaña,
pero no será una realidad, textualmente reconoció: “Sería muy irresponsable de
mi parte decir que regresen los soldados y los marinos a sus cuarteles, y dejar
a la gente en un estado de indefensión”. Y de acuerdo a los gobernadores, ni
generales ni almirantes entrarán en la facultad del coordinador presidencial.
De hecho, les pidió el presidente electo que así
como él, los gobernadores tengan reuniones con su gabinete de seguridad todos
los días al amanecer, y que él personalmente coordinará a las fuerzas armadas
de México en esta tarea.
A pesar de las ansias que tenían los
futuros coordinadores de convertirse en los todopoderosos en los estados, por lo pronto –a reserva que cambie
de opinión de aquí al 1 de diciembre- López
Obrador ya les acotó las facultades, ni manejo de recursos federales, ni manejo
de programas sociales, ni coordinadores de seguridad.
Los generales seguirán coordinarse
con las corporaciones civiles sin más intermediación que la actual,
gobernadores y alcaldes.
Una vez
reconocido presidente electo, una vez que tome posesión del cargo, seguramente
habrá más cambios en las promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador y
la conformación de la estructura de su administración federal. No es lo mismo imaginar el gobierno desde
fuera que estar sentado en la silla del águila. ¿Qué otras facultades quitarán
a los coordinadores? Eso está en proceso. A ver si en una de esas no pasan de virreyes a pregoneros del nuevo
gobierno.
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