Raymundo
Riva Palacio.
Los enfrentamientos
por influir en el rumbo de la Suprema Corte de Justicia han elevado su nivel de
confrontación. El PAN y el PRI quieren que el Senado resuelva en enero, no este
jueves, quién ocupará la vacante de José Ramón Cossío, porque según quien la
llene, estiman con razón, votará por Arturo Zaldívar como presidente de la
Corte a principio de enero. No es el único choque. Hacia el interior de Morena
también hay conflicto, como se perfiló en este espacio el lunes pasado, donde
han quedado patentes las fracturas dentro del partido en el poder.
En la columna 'La pareja dispareja'
se apuntó que Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena, y Rafael
Moreno Valle, coordinador del PAN en el Senado, tenían un acuerdo político para
que lo ayudara a evitar que se anulara la elección en Puebla, con lo que su
esposa Martha Erika Alonso asumiría, como sucedió, la gubernatura. A cambio, el
poblano lo respaldaría para que Loretta Ortiz resultara electa como ministra de
la Corte. Varios senadores panistas confirmaron que Moreno Valle les había
pedido que votaran por Ortiz, a petición expresa de funcionarios de la
Presidencia.
“El intercambio entre los dos
senadores no fue autorizado por el presidente Andrés Manuel López Obrador ni
por el dirigente del PAN, Marko Cortés, según personas a las que se les
preguntó sobre esa alianza táctica”, se agregó en este espacio. “Monreal está
operando en contra de las instrucciones partidistas para respaldar a Ortiz,
quien es esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, que fue secretario general de
Gobierno cuando López Obrador gobernó la Ciudad de México”.
La columna provocó reacciones en
Morena y expresiones públicas. Por ejemplo, el senador Monreal envió una carta
a este espacio donde afirmó: “No hay acuerdos cupulares ni en contra de Morena.
La política y democracia actual que se vive en cada rincón del país,
fundamentalmente en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, es honesta y
transparente, aunque con algunas diferencias lógicas en un ámbito plural y
republicano.
“La elección de la ministra o
ministro para la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Juan Luis González
Alcántara, Loretta Ortiz y Celia Maya) se hará como resultado de los debates y
acuerdos que se construyan en el seno de la Comisión de Justicia y el Pleno del
Senado. Por más que algunas voces se empeñen en expresar lo contrario, no hay incongruencias en mi actuar
político ni un alejamiento con el presidente de la República ni con alguno de
los integrantes del partido en el que milito, con quienes venimos trabajando
para lograr una profunda transformación en el país.
“En Morena, diferencias no implican
divisiones y aceptamos la crítica y las opiniones de unos con otros. Afirmo que
la única agenda parlamentaria que tengo como senador de la República es la de la
bancada de Morena, que coordino con responsabilidad, pluralidad y respeto, con
el objetivo de contribuir al desarrollo de la nación”. A la réplica de Monreal
se sumó la inesperada renuncia de Ortiz a Morena, quien en una carta dirigida a
la líder nacional del partido, Yeidckol Polevnsky, subrayó la necesidad de la
independencia de jueces y juezas. “Sin embargo –añadió–, en el ánimo de
despejar cualquier duda sobre la posibilidad efectiva de mi participación
independiente”, presentaba su renuncia.
Ortiz no hizo mención alguna sobre lo
publicado en este espacio, como tampoco la magistrada Maya. La única reacción
fue de Monreal, cuyas partes centrales de la réplica se presentaron líneas
atrás, y que se dio en medio de la convulsión de morenistas en el Senado. Dos
senadores del partido en el gobierno enviaron mensajes a Polevnsky para
comentarle, separado de lo publicado en esta columna, que habían tenido la
confirmación de la existencia del pacto de su coordinador con Moreno Valle y la
posibilidad de que se rechazara la terna enviada por el presidente López
Obrador. Personas cercanas a Monreal sugirieron que la información de la
columna había provenido de Polevnsky.
El conflicto
entre la líder del partido y Monreal se arrastra desde el proceso para
seleccionar al candidato de Morena al gobierno de la Ciudad de México, que al
ganar Claudia Sheinbaum mediante una encuesta opaca el hoy senador se
inconformó públicamente y estuvo a punto de irse del partido. Monreal le
adjudicó su derrota a una decisión de la “nomenklatura” de Morena, en donde
estaba Polevnsky y Gabriel García, actualmente el coordinador de los delegados
de López Obrador en el país, con lo que su relación quedó fracturada. Otro de
los que contendió por esa candidatura fue Martí Batres, con quien Monreal
sostiene una lucha muy fuerte en el Senado por el liderazgo del partido.
La réplica de Monreal a esta columna
es cuidadosa y no refleja la contradicción que se vive al interior de Morena.
Cercanos a él sostienen que todas sus acciones, algunas de las cuales han
generado tensión con los líderes de Morena, han sido acordadas con López
Obrador. Pero ni la semántica o la retórica ayudarán a amainar el conflicto
interno en el partido que se está profundizando.
Coincidió ahora con otra batalla
política donde volvieron a aflorar las diferencias estratégicas y generó
choques, que es la elección de una ministra o ministro a la Suprema Corte de
Justicia y buscar un equilibrio en el tribunal entre conservadores –que hoy la
controlan– y liberales, que es lo que necesita López Obrador para apuntalar el
cambio de régimen y su proyecto de nación, que llama la cuarta transformación.
La votación abierta se espera este jueves, si es que no se atraviesan los
partidos para descarrilarla.
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