jueves, 25 de abril de 2019

La acusación de Trump.


Raymundo Riva Palacio.

Donald Trump tiene en la mira a Andrés Manuel López Obrador, pero el presidente mexicano dice que no caerá en la provocación. Es un insulto abierto del presidente de Estados Unidos el especular venenosamente que el Ejército mexicano protege a los cárteles de la droga, pero López Obrador sigue con temor de enfrentarse a Trump y trasladó su precaución a la frontera de lo pusilánime. Las palabras del jefe de la Casa Blanca caen en el momento en el que crecen las sospechas de que el gobierno tiene un pacto no escrito con el Cártel del Pacífico y su brazo armado, el Jalisco Nueva Generación, lo que brincó a la conferencia de prensa mañanera en Palacio Nacional, cuando le preguntaron ayer si negociaría con criminales para lograr la pacificación del país.

“Nosotros no vamos a negociar con ninguna banda, con ninguna organización dedicada a cometer ilícitos”, respondió López Obrador. “Se va a actuar con rectitud, con integridad. No va a haber componendas, está bien pintada la raya, la frontera entre delincuencia y la autoridad. No va a haber mezcolanza, no va a haber contubernio y vamos a avanzar de esa manera. Esto también significa que no se va a perseguir a una banda para proteger a otra, como se llegó a hacer”. Este ping pong retórico no es gratuito. El lunes se reveló en este espacio que dentro del equipo de López Obrador han sugerido regresar al statu quo de principio de los 80, donde un cártel domine el país y coadyuve en la pacificación.

Hay razones para conjeturar que, formal o informalmente, eso está sucediendo. A mediados de enero pasado se publicó en este espacio que Miguel Ángel Treviño, El Z-40, jefe de Los Zetas y preso desde julio de 2013, aprovechó la oferta de amnistía a narcotraficantes que propuso en campaña López Obrador para enviarle un mensaje: reduciría en 50 por ciento la violencia en Nuevo Laredo, el tráfico de drogas, armas, el contrabando de migrantes y el robo de combustible, si al llegar a la presidencia no lo extraditaba a Estados Unidos. No hubo tiempo de nada porque el 19 de julio salió de México extraditado. Durante la campaña, López Obrador fue detenido en dos retenes en el norte del país controlados por Los Zetas, pero lo dejaron pasar cuando lo identificaron.

Lo más notorio, sin embargo, es que en la cruzada contra el huachicol en Guanajuato sólo se está persiguiendo al Cártel de Santa Rosa de Lima y a nadie, aparentemente, de sus rivales, el Cártel Jalisco Nueva Generación. Los golpes a huachicoleros son en zonas controladas por Los Zetas o donde están enfrentados al Cártel del Pacífico y su brazo armado. Coincidentemente en este miércoles aciago para López Obrador en el tema del narcotráfico –cuyo combate renunció públicamente hacer hace varias semanas–, apareció en Naucalpan una nueva narcomanta atribuida al jefe de los sinaloenses, Ismael El Mayo Zambada, que insiste sobre lo que se ha venido anunciando en todo el país por esa vía: “Comienza la limpia en el país, regresa la vieja escuela”.

No hay ninguna evidencia que permita afirmar la existencia de un pacto entre el gobierno de López Obrador y los cárteles de la droga, pero en todas sus acciones y decisiones en materia de seguridad pública los ha excluido del combate y sus líderes están exentos, por declaración presidencial, de persecución. La percepción popular de que existe tal vinculación, lo llevó este miércoles a negar que exista un pacto con las organizaciones criminales. La declaración se dio después de que apareciera un tuit de Trump a las siete de la mañana, en el que escribió: “Los soldados mexicanos recientemente sacaron sus armas a nuestros soldados de la Guardia Nacional, probablemente como una táctica distractora para los narcotraficantes en nuestra frontera. ¡Mejor que no suceda otra vez! Estamos enviando soldados armados a la frontera”.

Trump ha hablado despectivamente del Ejército en varias ocasiones, aunque en el pasado los presidentes mexicanos respondieron a Trump o a otros funcionarios estadounidenses. No había sido tan contundente, sin embargo, acusándolo de proteger a narcotraficantes y ser parte de su estrategia. El tuit de Trump mezcló su molestia por las caravanas de inmigrantes, la insuficiencia que ve en su contención por parte del gobierno mexicano, y a propósito de un incidente del 13 de abril, cuando soldados mexicanos detuvieron a punta de pistola a dos soldados estadounidenses en el Condado de El Paso, que fue interpretado por el Pentágono como una confusión.

El presidente, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, hablaron ayer sobre el tema, pero sin tocar lo dicho por Trump sobre el Ejército mexicano. “Lo más importante es decirle que no vamos a pelearnos con el gobierno de Estados Unidos”, dijo López Obrador. “Queremos una relación de respeto mutuo y de cooperación para el desarrollo, y que así como nos hemos venido entendiendo en estos meses, vamos a seguir actuando para mantener relaciones cordiales y de buena vecindad. Nosotros no vamos a caer en ninguna provocación. Le digo al presidente Donald Trump que queremos mantener una relación respetuosa y de amistad con su gobierno, que vamos a analizar este incidente. Vamos a tomar en cuenta lo que está señalando y se va a actuar de conformidad con la ley, en el marco de nuestra soberanía”.

La acusación de Trump queda y la sospecha de un pacto con criminales se ha socializado. Las apuestas suben. Al presidente le urge más claridad en su deslinde de los cárteles, no sólo retórico. Combatir a los cárteles, no otorgándoles una carta de impunidad, como hasta ahora, es el camino.

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