Adela Navarro Bello.
Las
instituciones están fallando. O quizá, mejor
dicho, sería: quienes encabezan las instituciones están fallando. De tal
manera que en México lo que prevalece es
la impunidad y la corrupción. No porque no haya leyes y reglamentos para
aplicarlos y procesar de manera eficiente a quienes roban, transan, lucran o
desvían los dineros públicos, sino porque aquellos encargados de velar porque
la ley y los reglamentos de control se ejecuten, no están actuando apegados a
derecho. Impera la complicidad, el amiguismo y por ende, la corrupción.
Instituciones como la Procuraduría
General de la República, la Secretaría de la Función Pública, y la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público, están encabezadas por personas ligadas al grupo
de poder emanado del (PRI) Partido Revolucionario Institucional y de la
Presidencia de la República, donde precisamente están enquistados quienes en
los últimos años más han cometido actos de corrupción. Unos a otros se protegen. EL PACTO DE IMPUNIDAD EN TODA SU EXPRESIÓN.
Los pocos
casos que llegan a ser investigados por el Ministerio Público se ven frustrados en sus resultados al
llegar al Poder Judicial, casi siempre afectados de origen por la incapacidad e
impreparación que domina en esa institución responsable de procurar justicia.
De tal manera que los contados
expedientes que llegan a presentarse en un juzgado son desestimados ante la
falta de evidencia, pruebas y argumentos para fundamentar los actos de
corrupción en la administración federal.
Es un
procedimiento viciado: un secretario de
estado o alguno de sus subalternos comete un acto de corrupción, desvío de
recursos, tráfico de influencias, conflicto de intereses, enriquecimiento
ilícito, etcétera, y en la PGR no lo investigan, tampoco en la función pública,
y cuando deciden hacerlo, integran de forma muy pobre un expediente que
presentan al ministerio público donde normalmente presentan una denuncia de
hechos, el ministerio público cuando decide investigarlo lo hace de la misma
forma: cayendo en errores, en tecnicismos, rompiendo protocolos, de tal manera
que cuando solicita al juez una orden de aprehensión, esta es negada. A veces
avanza un poco más el proceso judicial, pero la debacle procesal siempre está
en el destino. Y así una y otra vez.
En esta
escalada de ineficiencia o complicidad entre las instituciones de gobierno, y
en ocasiones crecientes del Poder Judicial, los ciudadanos están buscando
métodos para acceder a la justicia, para forzar a quienes encabezan las
instituciones a actuar, y en un momento dado, si las puertas no se abren, los
ciudadanos están haciendo justicia mediática.
Exhibir la corrupción y la impunidad
de la que gozan funcionarios de todos los niveles, ex gobernadores y ex
funcionarios, se ha convertido en deporte nacional. Precisamente porque hay
materia para hacerlo, y mucha.
Para realizar sus propias
investigaciones, las organizaciones de la sociedad civil están recurriendo en
muchos casos, a periodistas y a abogados. Los primeros se dedican ahora a hacer
lo que llaman periodismo filantrópico, ejerciendo el oficio no para la
publicación en un medio tradicional, sino para presentación en una organización
de la sociedad civil, mientras los segundos indagan en documentos oficiales y a
realizan análisis para hacerlos públicos y presentar denuncias penales, también
desde organizaciones de la sociedad.
De esta forma los ciudadanos se van
enterando de investigaciones sobre corrupción que de otra manera desconocerían.
Pues las instituciones con facultades
para realizar esas indagaciones no lo están haciendo. En la secretaría de la
función pública, por ejemplo, no investigan casos de conflictos de intereses, supongamos las reuniones de Luis Videgaray con empresarios chinos once meses antes
que se lanzara la licitación para el tren de alta velocidad donde participó una
filial del Grupo Higa, compañía a la que pertenece también la empresa que le
vendió la casa a Luis Videgaray, como fue investigado y publicado por Aristegui
Noticias. No investigan el caso en la función pública, porque dicen que ellos
no investigan de oficio, sino que una persona debe denunciarlo formalmente para
que ellos puedan actuar en consecuencia. Así la impunidad continúa.
La
organización que desde de la sociedad civil está realizando periodismo
filantrópico con mayor impacto, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad,
recientemente ganó (junto a un medio digital, Animal Político) un premio de
periodismo, el Ortega y Gasset que entrega en Madrid, España, la editorial de
El País, precisamente por la investigación que hicieron sobre desvíos de
recursos en once secretarías de estado que utilizaron a universidad y empresas
fantasmas para sacar dinero público, más de 7 mil millones de pesos, en lo que
mediáticamente llamaron “la estafa maestra”, una obra de distracción de
recursos públicos que no ha sido investigada oficialmente. De hecho, ninguna institución ha iniciado indagación alguna con la
intensión de sancionar la conducta delictiva documentada por los periodistas de
la organización de la sociedad civil.
Otras instituciones que fueron
creadas ciudadanas para construir contrapesos al gobierno federal, como el
Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información Pública y
Protección de Datos Personales (INAI), están siendo cooptadas desde los poderes
ejecutivo y legislativo, en este último recae el nombramiento de los
comisionados.
Prueba de la
toma de las instituciones ciudadanas por los partidos políticos, especialmente
en estos momentos del que emanaron los funcionarios públicos federales, es la
inclusión de Ximena Puente, ex comisionada del INAI, y de hecho aspirante a la
titularidad de la Fiscalía Anticorrupción (proceso convenientemente congelado
en el legislativo), en la lista a diputados por la vía plurinominal del Partido
Revolucionario Institucional.
Desde el
INAI, información que debería ser
pública para el análisis y la evaluación del gobierno federal, del poder
legislativo o del judicial, ha sido reservada, clasificada y oculta, a
conveniencia de quienes ejercen el poder, abonando con ello a la opacidad en la
rendición de cuentas, la impunidad y la corrupción.
Ante la
ineficiencia, incapacidad o desinterés que predomina en las instituciones
cuando quienes las titulan reaccionan más cuidando el interés propio que el de
la administración pública, la ciudadanía está recurriendo a los amparos.
Ejemplo de ello es la iniciativa ciudadana para regular la publicidad
gubernamental, que encabezaron las organizaciones Fundar y Artículo 19, quienes
han documentado el brutal gasto de 40 mil millones de pesos en publicidad
(propaganda) del gobierno de Enrique Peña Nieto en cinco años de ejercicio. En
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, otorgaron un amparo ante la omisión
del poder legislativo para regular el gasto de la publicidad.
Hoy día, organizaciones de la
sociedad civil, medios de comunicación, periodistas y activistas, denuncian
mediáticamente a los partidos políticos mayoritarios en la Cámara de Diputados
que pretenden “regular” para dejar las cosas como están, y que el derroche y el
abuso del gasto publicitario continúe.
Mexicanos
Contra la Corrupción y la Impunidad, también
ha informado que, derivado de un amparo contra el fondo de fomento y desarrollo
de la investigación científica y tecnológica de la Universidad Autónoma del
Estado de México, hoy tienen acceso a 47 convenios realizados entre ese fondo y
empresas catalogadas por el sistema de administración tributaria como
fantasmas, precisamente para desviar dinero público, como lo documentaron en su
reportaje sobre la estafa maestra.
Vaya, ante los yerros cometidos desde las
instituciones para promover la impunidad y la corrupción, los ciudadanos, los
periodistas, los abogados, la sociedad civil, está buscando justicia a partir
de amparos, obligando a los poderes a develar oficialmente lo que públicamente
se advierte por el tufo de corrupción que despide.
Es eso y exhibirlos públicamente para
alcanzar una justicia aun cuando sea mediática.
Que la sociedad esté enterada del
nombre y el apellido de los corruptos.
Que, en este gobierno federal
encabezado por Enrique Peña Nieto, como nunca antes, abundan.
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