martes, 16 de abril de 2019

¿Tirar la toalla?


Javier Risco.

El presidente no va a dejar de tratar a la prensa como la ha tratado en estos primeros 140 días. Seguirá calificándola, juzgándola y adjetivándola y nadie le va a decir que no lo haga porque simplemente los va a ignorar. Andrés Manuel López Obrador no lee las cartas escritas por la organización protectora de periodistas, Artículo 19; les da una importancia igual a cero a las voces de periodistas preocupados por sus declaraciones, y legitima sus palabras en millones de mexicanos que votaron por él. El pueblo bueno está con él y nada ni nadie está por encima de eso.

Ayer volvió a decir el argumento que más le gusta cuando quiere hablar de sus críticos: “Es que dicen, el presidente no debe desacreditar a los medios; ah, los medios sí pueden desacreditar al presidente y el presidente no se debe ofender, se tiene que quedar callado. Eso sí no, voy a ejercer mi derecho de réplica, con respeto”. Y va de nuevo, algo que ni el presidente ni sus fieles seguidores pueden entender y no es un argumento propio ni de ningún otro periodista, es de Artículo 19: “Es importante advertir que las descalificaciones no son parte del derecho de réplica. Dicho derecho no entraña descalificar o estigmatizar a quien tiene un discurso contrario, sino que atiende a la necesidad de conocer las distintas versiones de los hechos del protagonista de una nota periodística. La réplica no debe restringir o inhibir la libertad de expresión, sino complementar y permitir a la ciudadanía hacerse de una idea propia a partir de diversas visiones. Además, al ejercer el derecho de réplica debe atenderse al carácter de quién lo hace. No tiene las mismas implicaciones y alcances para un ciudadano o una ciudadana común que para un alto funcionario del Estado, quien cuenta con todos los medios a su alcance para hacerlo de manera prudente y razonable, sin un afán de inhibir la cobertura controversial o las opiniones críticas”.

Dicho esto, por tercera vez al menos en esta columna, lo doy como una batalla perdida, no es algo que le importe al presidente ni a su equipo cercano, dirán que ese es su estilo de gobernador y de tratar a los medios, y sus seguidores no dejarán de repetir que es imposible pensar que se quede callado. Es un poco penoso tirar la toalla a menos de 140 días, pero la comunicación presidencial, lejos de moderarse, se radicaliza ante la crítica.

Y ayer el presidente nos regaló un momento para enmarcar, al menos para no dejar pasar en la historia de la relación entre el poder y los medios en este país. Esto dijo el presidente: “El otro día vi con motivo de esta entrevista, vi a un columnista diciendo que los que venían aquí no eran buenos periodistas, que Jorge Ramos sí era muy buen periodista. No. Yo pienso, con todo respeto discrepo, creo que ustedes no sólo son buenos periodistas, son prudentes, porque aquí los están viendo y si ustedes se pasan, pues, ya saben lo que sucede, no. Entonces, pero no soy yo, es la gente; no es conmigo, es con los ciudadanos, que ya no son ciudadanos imaginarios. Hay mucha inteligencia en nuestro pueblo, antes se menospreciaba a la gente”. Cuántos conceptos e ideas a analizar, desde la “prudencia” aplaudida a los periodistas que asisten a las mañaneras regularmente, hasta la medición hecha por el Ejecutivo en “si ustedes se pasan”. ¿Se pasan de dónde o de qué? ¿Qué significa para el presidente que un periodista “se pase”? O el castigo “ya saben lo que sucede” que merecen de parte del pueblo que “ya no son ciudadanos imaginarios”.

A nadie sorprende el tono, en 140 días ha logrado imponer este lenguaje calificando y adjetivando a sus críticos y de ahí nadie lo va a mover.

El verdadero peligro está en que logre su objetivo: que la prensa crítica calle o se 'modere' porque es una batalla perdida tratar de hacer entrar en razón a Andrés. El peligro está en todos esos reporteros que han tenido el impulso de seguir preguntando y se han detenido pensando “que si lo hacen los van a tundir en redes”.

Es cierto, Andrés no va a cambiar su discurso y su relación con la prensa crítica va a ser hostil (ojalá me equivoque), pero si él está abriendo este espacio tan grande de comunicación y exposición como las mañaneras, quizá sea hora de tomar sus armas y usarlas a favor de la información. Que los periodistas que no son la fuente diaria sigan afuera investigando y yendo a este canal a cuestionarlo. Que no sea sólo uno al que puedan calificar de “protagónico”. Y no es porque “se necesite” que el Presidente se posicione en todos los temas, pero quizá sí se necesite que lo obliguemos a él y a toda su audiencia a escuchar que afuera hay temas más de los que hablar. Ojalá.

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