En la misma quincena de noviembre hubo dos
anuncios indignantes: el incremento al salario mínimo que, a partir del pasado
día 1 se estableció en 88.36 pesos y, el otro incremento, que entra en vigor el
1 de enero, para la alta burocracia federal que ronda un ingreso mensual de 80
salarios mínimos.
El presidente Enrique Peña Nieto
tiene hoy una remuneración mensual de 209 mil 135 pesos. Esto es, 87 salarios
mínimos hasta el 30 de noviembre, dato este que, por otra parte, desnuda una
mentira vil:
El 5 de enero, Peña Nieto prometió
que él y sus colaboradores se bajarían el sueldo en un 10%. Fue la única medida
de respuesta a la indignación social provocada por la depreciación del peso y
el gasolinazo. Repitió la promesa días después, en la proclamación de muerte a
Pemex que llamó “la gallina de los huevos de oro”.
Empero, de
acuerdo con el Portal de Obligaciones de Transparencia, con información
actualizada al 17 de agosto y consultada la semana pasada, Peña Nieto no se bajó el salario y por el contrario, se lo subió para
quedar en los mencionados 209 mil 135 pesos, pues en enero ganaba 208 mil 570
pesos. Esto es un aumento de 565 pesos, muy poco para él, siete días de trabajo
para los 7.5 millones de mexicanos que ganan un salario mínimo.
Los 18 secretarios de Estado y otros
funcionarios consentidos del entorno presidencial ganan, con variaciones en
cientos de pesos, poco más de 205 mil pesos mensuales, es decir, exactamente lo
mismo que en enero, por lo que es claro que mantienen el áureo privilegio -para
usar el referencial gallinicidio peñista- que Proceso documentó en sus ediciones números 2099 y
2144, esta última actualmente en circulación y en la que quedó acreditado que
hay al menos tres funcionarios que ganan más, inclusive, que Peña.
Pero no debe haber reproche por esos
salarios respecto a la precariedad del mínimo. Y si alguien osara cuestionarlo,
tampoco importa, como ya lo advirtió la Comisión Nacional de los Salarios
Mínimos (Conasami), en su comunicado sobre el incremento al ingreso de los
pobres:
“Sin
demérito del interés y opiniones que diversos actores políticos han
manifestado, es fundamental reconocer los resultados positivos del esfuerzo
institucional…”.
Ahí está. Critiquen lo que sea, digan
lo que les dé su gana, interésense y opinen, pero lo fundamental es reconocer
los resultados del esfuerzo institucional. Y punto.
Los
resultados, sin embargo, son abrumadores. El
Anexo Estadístico del V Informe de Gobierno muestra que en 2012 había seis
millones 756 mil personas que ganaban un salario mínimo y ahora hay 810 mil
más.
Lo mismo con
aquellos que apenas si superan la mentada línea, pues en el rango de ingreso de
uno a dos salarios mínimos había en 2012, 11 millones 476 mil personas y para
2017, son 14 millones 119 mil personas.
Notable simetría: aumentaron los que
ganan menos y disminuyeron los que ganaban más, pues 874 mil personas dejaron de
ganar de tres a cinco salarios mínimos y 722 mil personas dejaron de ganar
cinco o más salarios mínimos.
Las cifras reflejan la ineficacia, el
patético resultado de las reformas estructurales y el mal gobierno que, sin
embargo, donde el presidente y su equipo hacendario -entiéndase el precandidato
presidencial, José Antonio Meade-, consiguió que la Cámara de Diputados
aprobara un incremento más: Peña Nieto ganará 218 mil 515 pesos y los miembros
de su gabinete recibirán poco más de 210 mil pesos mensuales.
“Salario mínimo al presidente, pa´que
vea lo que se siente”, es consigna popular histórica que expresa la indignación
por los excesivos emolumentos que suelen asignarse los gobernantes. Sueño
guajiro.
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