Salvador Camarena.
Paco Ignacio Taibo II se ha convertido en un
protagonista de la campaña electoral de 2018.
No que este joven de espíritu sea tímido o reservado,
pero es poco probable que él mismo hubiera calculado lo central que iban a
tornarse en estos comicios algunas declaraciones suyas (y las que faltan).
La primera, ya se sabe, fue aquella ventilada en
marzo, cuando le enmendó la plana al empresario Alfonso Romo, también
colaborador de Andrés Manuel López Obrador, al señalar que Morena sí tendría
que echar abajo la reforma energética.
Hoy, de nueva cuenta, Taibo II ha entrado en escena.
El fin de semana fue puesto a circular un video donde este político y promotor
cultural declara lo que él cree que debería ocurrir si, en la eventualidad de
un triunfo, López Obrador enfrenta resistencias. Vale la pena leer lo dicho en
el Círculo de Estudios Liceo Hidalgo para ir más allá de la palabra que más ha
causado escozor en esta nueva polémica, que es, claro está, la de expropiación.
“La pregunta es grave y es la clave de Morena. Algún
día me planteaba un grupo de compañeros, imagínense que ganamos. ¡Guau, ah qué
pinche susto! (Inaudible) Congreso en contra, porque vamos a estar con un
Congreso en minoría, eso obviamente, con mucha suerte estaremos en el 35 por
ciento del voto, con ese Congreso de minoría, seguro. La mayoría de los
gobernadores panistas o priistas o, peor todavía, perredistas como Graco. ¡Uta
madre, qué pinche asco! Ahh, las fuerzas fácticas, Servitje, Slim, los dueños
del gran dinero, todos ellos apretando el cuello, ¿sí? Construir país a partir
de una situación como esa, sólo te queda la vía cardenista, que es el edicto
presidencial y la movilización social.
“Un día después de ganar, o un día después de tomar el
poder, yo me imaginaba a Andrés Manuel en Los Pinos, ¿no? Entonces recibe a una
comisión de altos hombres de las finanzas mexicanas. Ahí están (Carlos) Slim,
ahí está la, la, dueña de las Cervecerías Modelo para decirle: ‘No, no,
cuidado, Andrés, porque si avanzan ustedes en este sentido, nos llevamos las
fábricas a Costa Rica’.
“Si ese mismo día, a esa misma hora, no estamos dos o
tres millones de mexicanos en la calle diciendo ‘si te quieren chantajear,
Andrés, exprópialos. Chinguen su madre, exprópialos’. ¿Sí? La presión social a
la que puede ser sometido un caudillo, por más radical, competente y honesto
que sea, es tremenda, necesita la presencia del movimiento social detrás, que
impulse hacia el cambio, ¿sí?
“El cardenismo no existiría, el cardenismo, de
Cárdenas, de Lázaro, no existiría sin los campesinos armados de La Laguna, sin
los yaquis exigiendo sus demandas, sin el sindicato petrolero avanzando hacia
la huelga, porque las compañías estaban violando un derecho nacional”.
López Obrador y otros
como Marcelo Ebrard han salido a desmentir a Taibo II, al señalar que en un gobierno
de Morena no habría confiscación de bienes. Fain.
Pero salvo la frase de diez palabras que contiene ese
término, el de expropiar, lo demás queda. Taibo II lo tiene claro y lo detalla:
en la presidencia, López Obrador tendría un movimiento detrás. Con sindicatos,
probablemente. Con asociaciones barriales y territoriales, también, y con
organizaciones políticas de campesinos, de normalistas, de ambulantes,
culturales, de pensionados o víctimas de distinta índole. Habrá que
acostumbrarse al Zócalo como marchódromo permanente.
¿Qué va a hacer con ese apoyo AMLO? ¿Cómo saberlo? Él
promete ser como Madero, como Cárdenas; otros temen que acabe sólo como un
populista más.
Pero, sin necesidad de llegar a las expropiaciones, hay quien sólo teme que las cosas no sean
como hasta ahora, esa política de contratos simulados a los cuates o de estafas
maestras por doquier, esa en la que algunos acostumbran a imponerse, por las
buenas o las malas y ante la pasividad social, a los gobernantes.
De ahí la prefabricada
polémica por la 'expropiación', pero de ahí también el temor real por la
posibilidad de tener un mandatario con un respaldo permanente.
Taibo II sabe de
historia. No es un loco ni un exagerado. Sabe que habrá un intento por someter
a un gobernante distinto a la élite convencional. Si acaso, Paco pecó de
honestidad y candidez (por avisar cómo sería el futuro), no de otra cosa.
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