Martín
Moreno.
Corrían los
primeros meses de 2017. López Obrador ya iba adelante en las encuestas
presidenciales, lugar que jamás perdería.
Un
periodista se encontró con Manuel Bartlett en un restaurante. Se saludaron.
Charlaron. Bromearon:
-Primero,
Manuel, dijiste que no eras poblano, y fuiste gobernador de Puebla; luego, que
no eras de izquierda, pero te integraste al Partido del Trabajo…¡y ahora hasta
eres de Morena!
Bartlett se
le quedó mirando fijamente al periodista, y con esa clásica sonrisa de zorro de
la política y voz grandilocuente, le soltó, sin más:
-Ahora que
reasumamos el poder, vas a ver cómo cambiamos a este país…
Ese es
Bartlett: el polémico operador del
fraude electoral de 1988, cierto, pero también, el político más experimentado
que tiene el país.
Ese es
Bartlett: el personaje que desde
Gobernación espiaba a periodistas y rivales, cierto, pero también, el político
que conoce vidas e historias negras de todos los poderosos.
Ese es
Bartlett: el repudiado por su pasado
priista, cierto, pero también, el político que estuvo a punto de ser presidente
de México.
Y ese Manuel
Bartlett: el político más experimentado
del país, el que tiene los expedientes negros de ex presidentes, políticos y
periodistas, y que estuvo a un paso de ser candidato presidencial en 1988, hoy
está al servicio – lealtades incluidas y probadas desde 2006, cuando
públicamente el aún priista Bartlett llamó a votar por AMLO en lugar de hacerlo
por Roberto Madrazo -, de quien dentro de 4 meses asumirá la presidencia de la
República: Andrés Manuel López Obrador.
Bartlett, el
sobreviviente más poderoso del sistema político mexicano.
Más allá de repudios justificados,
fobias personales y rechazos históricos, actualicemos la circunstancia y
dejemos muy en claro a qué llega Manuel Bartlett Díaz a la Comisión Federal de
Electricidad (CFE):
-Primero, a consolidar el discurso lopezobradorista
que tantas simpatías y votos le ganó durante su campaña electoral: recuperar el
control energético del país, hoy entregado a empresas extranjeras mediante la
Reforma Energética de Enrique Peña Nieto. No se trata de expropiar ni de
despojar de sus derechos a foráneos que han invertido en territorio nacional.
No es por ahí. Tanto AMLO como Bartlett saben que sería suicida atentar contra
esos poderosos consorcios. Empero, llega a reacomodar las piezas en aras de
recuperar la rectoría del Estado en el terreno energético. Así de claro es el
mensaje de su nombramiento.
-Segundo, que AMLO deposita el control absoluto de
recuperación y dirección de la política energética del país, en una triada de
leales a su persona, pensamiento y Gobierno: Bartlett en la CFE, Octavio Romero
en Pemex, y Rocío Nahle en la Secretaría de Energía. Tres cartas que tienen una
misión: revolucionar al sector energético bajo participación privada nacional y
extranjera, sí, pero bajo la rectoría del gobierno de la IV Transformación. “De
Pemex me encargo yo”, ha sido una frase recurrente de AMLO desde 2006. Y ahora,
lo tiene servido como platillo principal.
-Tercero, la línea políticamente dura de Bartlett que
será usada, de ser necesaria, para vencer resistencias de quienes se opongan a
echar marcha atrás en la Reforma Energética peñista. ¿Cómo doblar a los
opositores? En eso, Bartlett es experto. Para eso están los expedientes en su
oficina, los esqueletos en los closets y los favores otorgados. Por algo,
Bartlett fue secretario de Gobernación de punta a punta en el sexenio de Miguel
de la Madrid.
Por algo,
¿no?
¿Quién es el secretario más
importante del gabinete del presidente de la Madrid? -, preguntaba Bartlett,
ufano, durante sus días de gloria en Bucareli. “Tú, Manuel, tú…pero no serás
presidente; de la Madrid tiene en su corazón a Salinas”, le respondió entonces
un columnista político. No se equivocó.
Ahora que reasumamos el poder, vas a
ver cómo cambiamos a este país…-, advertía Bartlett desde 2017. En este lance,
no se equivocó: reasumió poder a los 82 años de edad vía AMLO, despertando
polémica y generando aversiones.
A su manera. A la manera de Bartlett.
DE XÓCHITL
GÁLVEZ PARA MARTÍN MORENO:
Estimado
Martín Moreno:
Hace unos
días di una entrevista a ADN Político (https://bit.ly/2M0u9w9) que retomaste en
tu columna del 24 de julio “Si sólo gano 100 mil al mes, me corrompo”, donde me
citas de forma incompleta y errónea.
Ante la
pregunta de la reportera de ADN Político sobre si la disminución de sueldos
podría ocasionar corrupción yo contesté: “sí puede propiciar una enorme
corrupción, a mí me contó un amigo que estuvo en la Asamblea Legislativa en el
97, cuando bajaron los sueldos a la mitad, que le llegaba un sobre en efectivo
por fuera, todos los meses le mandaban el sobre en efectivo como parte de sus
salarios, creo que estas cosas sí son delicadas”.
Mi postura
es que debemos diferenciar y separar los salarios de los políticos, de los
salarios de los técnicos.
Yo estoy a
favor de transparentar los ingresos de funcionarios en todos los niveles de
gobierno. Por ello hay que acabar con los privilegios como entrega de bonos,
“apoyo” para despensa o pago de servicios como telefonía, gasolina, vehículos y
seguro de gastos médicos. Yo dije que prefiero que se paguen salarios dignos,
mas no excesivos, para que cada quien pague por lo que necesite.
Existen
puestos clave dentro del gobierno federal que deben ser ocupados por
especialistas con capacidad y experiencia comprobada. Los profesionales
técnicos merecen un sueldo competitivo para que puedan aportar su experiencia a
favor del país, de lo contrario preferirán buscar mejores oportunidades en la
iniciativa privada.
Por tu
atención gracias.
Xóchitl
Gálvez
…Y LA
RESPUESTA DEL PERIODISTA:
En respuesta
al intento aclaratorio enviado por la panista Xóchitl Gálvez, solo precisarle
brevemente dos puntos.
Primero: Gálvez reconoce en su propia carta haber
dicho que en caso de reducción de sueldos a funcionarios, “…sí, puede propiciar
una enorme corrupción”. No hay ninguna confusión ni interpretación, aunque sí,
torpeza evidente de Gálvez al enredarse con su usual lengua kilométrica, y
cobardía personal, al no asumir las consecuencias de sus dichos, siendo
vapuleada por el repudio popular que se le mostró en redes sociales.
Segundo: me extraña mucho su carta, ya que en un
mensaje que me envió vía WA el pasado sábado 28 de julio, a las 11:36 AM, me
dice, textual, que… “la verdad no le había dado tanta importancia al tema…”. Si
declara no importarle, ¿para qué contradecirse y exhibirse de tal manera? En
fin. Sin duda, la brutal y merecida derrota electoral del 1 de julio, desquició
a muchas y las extravió. Ya supéralo, Xóchitl.
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