Por Ricardo
Raphael.
Los días de Carlos Romero Deschamps
al frente del sindicato de Pemex están contados. Será muy difícil para este
líder obrero eludir las acusaciones que pesan a propósito del robo de
hidrocarburos, en contra la organización que él dirige.
Durante los últimos años han sido
sustraídos más de dos mil millones de litros anuales de gasolina y, según el
nuevo director de Pemex, Octavio Romero, los autores del hurto no son personal
ajeno a la paraestatal.
Se trata del
robo de la década: más de 200 mil
millones de pesos en sólo diez años. Habría funcionarios de confianza
involucrados en la maniobra, pero también personal adscrito al sindicato de
trabajadores petroleros.
Según el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador la
estafa habría estado ocurriendo detrás de una pantalla diseñada para distraer
la atención. La ordeña de hidrocarburos, supuestamente orquestada por bandas
del crimen organizado, no representaría, en realidad, más del 20 por ciento del
total de las pérdidas.
La otra parte del robo –ocho de cada
diez litros atracados– se habría perpetrado por personal adscrito a Pemex.
La mayor parte del desfalco sucedió
durante el gobierno de Enrique Peña Nieto; aunque este negocio ilícito comenzó
con Felipe Calderón, más de dos tercios del combustible fueron extraviados
entre 2013 y 2018.
Romero Deschamps gozó del doble fuero
obtenido por su condición de dirigente sindical, pero también gracias a que
durante ese mismo periodo fue senador de la República. Si no orquestó
directamente el impresionante desvío de hidrocarburos, es difícil suponer que
desconocía el origen y el destino de los desvíos.
El macro-operativo para desfalcar a
Pemex afectó los cuatro principales ductos de la paraestatal: Madero-Cadereyta,
Cadereyta-Reynosa, Salamanca-Guadalajara y Minatitlán-México. Sin embargo, uno de cada tres litros fue sustraído en la última línea mencionada.
La línea Minatitlán-México que se
extiende a lo largo de mil 600 kilómetros cruza los estados de Veracruz,
Puebla, Tlaxcala y el Estado de México. En breve, cabe esperar que los líderes
de las secciones del sindicato petrolero que controlan las operaciones a lo
largo de este extensísimo ducto terminen visitando a un juez.
El miércoles
19 el presidente Andrés Manuel López
Obrador anunció el plan conjunto del gobierno en contra del robo de hidrocarburos.
Dijo que participarían en este ejercicio 15 dependencias federales y que, entre
ellas, tendrían un papel destacado las secretarías de la Defensa y de Marina.
Si el diagnóstico detrás de este plan
no tiene a las mafias de huachicoleros, ligadas al crimen organizado, como los
principales perpetradores, entonces ¿tras de quién van las Fuerzas Armadas?
Resulta obvio que tras los funcionarios y trabajadores de Pemex que han sido
señalados como los verdaderos responsables del atraco.
En los días próximos veremos reventar
la red de operadores que cometieron materialmente el robo, pero también a los
autores intelectuales que todo este tiempo han gozado de fuero e impunidad.
Acaso el primero de ellos pudiera ser Romero Deschamps.
El
presidente anunció que otorgaría
amnistía para los delitos de corrupción cometidos durante el mandato de sus
antecesores, pero que, a partir del primero de diciembre, sería implacable con
quien se atreviera a meterse de manera ilegal con los recursos públicos.
Por lo bajo también advirtió que
daría su primer golpe contra la corrupción antes de 30 días. Todo pareciera
indicar que ese golpe tiene como materia el robo de hidrocarburos, y de ahí el
plan conjunto presentado con bombo y platillo en días pasados.
Durante el gobierno de Enrique Peña
Nieto crecieron en 400 por ciento las denuncias ante la Procuraduría General de
la República por el hurto de combustibles. Sin embargo, esa dependencia sólo
atendió uno de cada diez expedientes presentados ante el Ministerio Público. De
toda evidencia el tema no fue relevante para el gobierno anterior.
En revancha,
López Obrador aprovecharía este tema
para ganar credibilidad respecto a su compromiso a la hora de enfrentar a
quienes, durante años, han hecho negocios millonarios a costa del erario.
El dilema obvio sería que los
acusados por participar en este desvío millonario quisieran defenderse
argumentando persecución política. Carlos Romero Deschamps fue recién senador
de la República por el PRI y sus principales líderes seccionales también son
militantes de ese partido.
Si la PGR los acusa de ser parte de
la red de corrupción que opera dentro de Pemex, los líderes del Revolucionario
Institucional querrán salir en su auxilio. Esta trama se anuncia desde ya al
rojo vivo y la caída de Romero Deschamps pareciera por tanto inminente.
No deja de ser paradójico que Carlos
Salinas de Gortari haya legitimado su ascenso al poder cuando detuvo a Joaquín
Hernández Galicia, y que 30 años después otro presidente, Andrés Manuel López
Obrador, vaya a beneficiarse con el derrocamiento del sucesor de La Quina,
Carlos Romero Deschamps.
En cualquier
caso, para detener el inmenso robo de
hidrocarburos que padece Pemex es indispensable remover a los líderes del
sindicato y a los funcionarios de la paraestatal que por acción o por omisión
están embarrados hasta la nariz.
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