Arnoldo
Cuellar.
Le gusta asumirse como un hombre
piadoso y alejado del mundanal ruido, pero el histórico jefe político del
Yunque está más vigente que nunca, como se pone en evidencia con el negociazo
que pudo hacer el ex Alcalde de Silao, Gerardo Valdovinos, y su familia
completa, con un rancho de 50 hectáreas instalado a la vera de Guanajuato
Puerto Interior, al que se le permitió conexión plena con la infraestructura
del desarrollo industrial impulsado con recursos públicos.
Después de
seis años de negativas a vender el predio al puerto en una cantidad razonable,
durante el gobierno de Juan Manuel Oliva, Gerardo
Valdovinos y sus hermanos hicieron una operación que les ha sido negada a
muchos otros colindantes del GPI: la apertura para incorporar su terreno al
exitoso polígono en 2014, elevó los precios del metro cuadrado de menos de 11
dólares a 44 dólares por metro cuadrado.
Un simple plumazo otorgada en una
sesión del consejo presidido en esos momentos por Héctor López Santillana,
cuadruplicó el valor de un terreno de 50 hectáreas, lo que le permitió a los Valdovinos
saldar deudas, liberar el predio, construir el establo más moderno de
Guanajuato en el municipio de Romita y tomar el control de la empresa Leche
León.
Para
lograrlo, les bastó vender la mitad del
terreno: 26.7 hectáreas que alcanzó un precio de 11.2 millones de dólares, COMPRADO
CASUALMENTE POR EL EMPRESARIO QUERETANO MANUEL BARREIRO CASTAÑEDA Y SUS
ASOCIADOS, paisano y cercano al
entonces destacado diputado federal panista y presidente del Congreso de la
Unión, Ricardo Anaya Cortés, como se ha podido saber en forma reciente.
Probablemente
el nombre de Barreiro sea un potente distractor. Sin embargo, no parece lo más
delicado de esta historia. El dueño del
corporativo Advance adquirió los terrenos de la familia Valdovinos a un precio
elevado para desarrollo industrial. Según los expertos, que un desarrollador pague 44 dólares el
metro cuadrado y aun deba hacer inversiones para llevar los servicios del pie
de macrolote a cada lote, lo saca completamente de mercado. ¿Cuál es la
estrategia de negocio del inversionista queretano? Sólo él la sabe.
Sin embargo,
el hecho de que con el pretexto simplón
de acabar con la fuente de contaminación y el mal aspecto de un establo, una
entidad pública haya favorecido a un agro-empresario panista de la forma en que
lo hizo, resulta un absurdo que no
resiste el menor análisis, a menos que se entre en la sospecha de corrupción o
de tráfico de influencias.
Aquí es
donde entra la conexión política. Elías
Villegas ha sido históricamente el padrino de Gerardo Valdovinos, como él mismo
se ha encargado de propalar donde lo quieren escuchar.
Esa
jerarquía se volvió a poner en evidencia el 15 de noviembre de 2016, en un
rancho de Silao propiedad de Valdovinos, donde ocurrió el destape de Diego
Sinhue Rodríguez Vallejo, con el pretexto de celebrar el cumpleaños del
entonces secretario de Desarrollo Social.
Presente en
el convivio, Elías Villegas recibió un
encendido elogio de parte de su ahijado, definiéndolo como un hacedor de
gobernadores:
“Yo digo abiertamente hizo a Fox,
hizo a Romero Hicks, hizo a Oliva, ahí se me equivocó poquito, Miguel Márquez,
también a Miguel Márquez y ahora estamos con Diego”, expuso.
La maniobra favoreció las intenciones
de Miguel Márquez de lanzar a Diego con la antelación suficiente que le permitiera
generar una cargada y contrarrestar a otros contendientes. El aspirante aún duraría seis meses
más en el gabinete, pero ya portaba la
doble cachucha de delfín y funcionario que le permitió consolidar su proyecto
al interior del PAN.
Dos años antes, Valdovinos había
cerrado el espléndido trato que le permitió superar una apurada situación
económica de él y sus hermanos, de la mano de Miguel Márquez y muy
probablemente de otro personaje que, de acuerdo a las crónicas periodísticas,
también estuvo en el rancho de Silao: Rafael Barba Vargas, a quien Rodríguez
Vallejo ha dicho repetidamente que no conoce, “más que de lejos en una boda”.
Hoy, la hija de Elías Villegas y su heredera
política, Leticia, forma parte de la planilla de Héctor López Santillana,
justamente el presidente del Consejo de Puerto Interior que autorizó la venta y
que hoy se niega a hablar del tema, con una muy conveniente amnesia.
Valdovinos, compensado con creces por
una decisión directa de Márquez que le permitió hacer el mejor negocio de su
vida, hubiera destapado a cualquiera que le hubiese pedido el gobernador o su
padrino.
Así que ¿don Elías retirado? ¿El
Yunque superado? ¿Quién les cree?
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