Por VICE.com
Sobre la Avenida Jesús Reyes Heroles
del municipio de Tlalnepantla, Estado de México, una patrulla auxiliar circula
custodiando un camión que en su interior lleva cientos de electrónicos. Más
adelante, un elemento visiblemente identificable como miembro de la Policía
Federal le pide al transportista que se orille y detenga. El elemento de
seguridad va armado con un rifle automático y está acompañado de otro individuo
uniformado que rápidamente aborda la patrulla auxiliar y detiene al guardia en
su intento por avisar de la situación a su base policiaca. Segundos después,
los conductores de ambos vehículos —el camión y la patrulla— descienden de sus
unidades por indicaciones de los elementos de seguridad armados e identificados
como Policía Federal.
El guardia del camión es despojado de
sus armas —así como otro miembro de seguridad que iba en la cabina de carga— y
un elemento extra, vestido con ropa táctica camuflada, enciende y se lleva la
patrulla para estacionarla más adelante. Es 17 de octubre del 2018, cerca de
las cinco de la tarde, el conductor del camión con electrónicos y los dos
elementos de seguridad han caído en un retén falso. Los miembros de la Policía
Federal eran delincuentes y estaban ahí para llevarse, además de la carga del
camión, las armas de los elementos que custodiaban el transporte de los
electrónicos.
Esta es la primera historia que
arroja el buscador de Google al momento de usar las palabras: “Retenes falsos
México”. Debajo de esta, hay cientos de textos dedicados a inmortalizar en
reportajes y artículos la cantidad inimaginable de patrullas apócrifas y
retenes falsos que se han diseminado por todo México, de los cuales sólo pocos
han salido a la luz.
En México, el artículo 250 del Código Penal Federal
menciona que “Se sancionará con prisión de uno a seis años y multa de cien a
trescientos días a quien”: y en su cuarto punto habla de esto: “usare
credenciales de servidor público, condecoraciones, uniformes, grados
jerárquicos, divisas, insignias o siglas a las que no tenga derecho. Podrá
aumentarse la pena hasta la mitad de su duración y cuantía, cuando sean de uso
exclusivo de las Fuerzas Armadas Mexicanas o de alguna corporación policial”.
Entonces, ¿por qué es tan fácil montar un retén falso
y usurpar funciones públicas? Quizás por dos razones: la corrupción y abuso de
autoridad al que estamos acostumbrados los ciudadanos, y la facilidad con la
que puedes hacerte de un atuendo de corte oficial y un arma en México.
Decidí explorar la ciudad y conseguir
todo lo necesario para hacerme pasar visualmente como miembro de la Policía
Estatal, y fue así que a tres calles del Zócalo, en el Centro Histórico de la
Ciudad de México, rodeado por policías —espero—, encontré una tienda militar en
la que me hice pasar por cineasta para intentar conseguir lo que necesitaba.
Para comprar un uniforme legal se debe presentar un permiso y una
identificación que te acredite como funcionario público; sin embargo, estas
tiendas le dan la vuelta a la ley vendiendo los artículos por separado, para
que el comprador lo arme por sí mismo.
Después de ver varias fotografías y
documentales sobre el tema, hice un listado de los elementos que podían
acercarme más al personaje que buscaba. Para mi sorpresa, en aquella miscelánea
militar tenían de todo, desde uniformes escolares para la escolta, hasta —en su
totalidad— los artículos que necesitaba para convertirme visualmente en un
elemento de la Policía Estatal.
Pantalón,
345 pesos. Foto: Vice.com
Chaleco, 700
pesos. Foto: Vice.com
Guantes, 45
pesos. Foto: Vice. com
Pasamontañas,
80 pesos. Foto: Vice.com
Gorra, 40
pesos. Foto: Vice.com
Cinturón
táctico, 290 pesos. Foto: Vice.com
Macana, 80
pesos. Foto: Vice.com
Esposas, 300
pesos. Foto: Vice.com
Hay de
varios tipos, yo elegí una bandera de México, una placa de Seguridad Pública y
dos insignias para el cuello de la camisola. Las pegué fácilmente con silicón
de pistola. Portarlas le da mucha seriedad y presencia al atuendo.
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