Raymundo Riva Palacio.
Por una razón de cultura tropical más que por conocimiento,
las filtraciones periodísticas en México tienen una connotación negativa. Es
cierto que durante más de dos décadas, las principales filtraciones han estado
circunscritas a temas de violencia y narcotráfico, y que la mayoría de ellas
han sido violatorias de la ley y servido para dañar, injusta e
irreparablemente, famas públicas. Las filtraciones, sin embargo, son un
subproducto de las democracias y los sistemas abiertos, al reflejar las
tensiones dentro de un sistema de gobierno donde existen individuos y grupos
que impulsan sus agendas o tratan de cambiar el destino de las políticas y su
formulación mediante la ventilación de temas polémicos.
Las filtraciones permiten airear diseños de políticas para
medir la opinión pública, como los llamados trial balloons, o han servido para
desviar la atención de crisis, como el caso de Valerie Plame en el marco de la
invasión a Irak. También han sido empleadas para golpear políticamente a
adversarios, como la publicación de un estudio obsoleto sobre impuestos
patrimoniales, para descarrillar la candidatura presidencial de José López
Portillo, o para vanagloria de los gobernantes, como cuando se filtró que había
rechazado el regalo de una mansión ofrecida por el gobernador mexiquense Carlos
Hank González.
En los últimos días se abrió una acalorada discusión
internacional por la revelación del exhorto del presidente Andrés Manuel López
Obrador a España y el Vaticano para que ofrecieran disculpas por el
avasallamiento de los pueblos originarios durante la Conquista de la Nueva
España, donde la narrativa pública y política se le arrebató al maestro de la
narrativa mexicana debido a una filtración. De acuerdo con una reconstrucción
periodística, Javier Lafuente, corresponsal en México del diario madrileño El
País, obtuvo la información de la carta el lunes temprano, y hacia las ocho de
la mañana local, buscaron confirmar su veracidad en España, a través de Lucía
Abellán, que cubre el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Para el mediodía, se tenía la confirmación de Madrid, pero no
de Palacio Nacional. Ese mismo día se preparaba en Tabasco un evento en Centla,
donde hace 500 años se dio la primera batalla de los pueblos originarios contra
la fuerza invasora de Hernán Cortés, pero no había ninguna señal que se daría a
conocer el envío de las cartas. El País decidió jugársela con la sola
confirmación de España, y a las 13:05 horas en la Ciudad de México publicó en
Twitter su exclusiva.
El metabolismo político cambió rápidamente. López Obrador iba
a presidir una ceremonia de condecoración de marinos, y como había un tiempo
muerto antes de ese evento, grabó un video en la zona arqueológica de
Comalcalco, en Tabasco, cerca de Centla, junto con su esposa Beatriz Gutiérrez
Müller. El presidente suspendió su gira, dejó plantados a los marinos, incluido
al jefe de la Armada, y pospuso la ceremonia para abril. No se informó la razón
de ello –la prensa que lo acompaña ya se encontraba en Frontera, donde iba a
ser la ceremonia–, pero el contexto fue la bomba mediática-política que había
explotado y un escándalo que estaba creciendo.
El gobierno español rechazó ofrecer disculpas y lamentó que
una comunicación privada se hubiera hecho pública. El presidente López Obrador
dijo el martes que la filtración no había salido de su gobierno, pero el
miércoles admitió que la carta publicada por Reforma sí había sido entregada
por una persona en su equipo de trabajo. No dio más detalles y nadie le pidió
ahondar en esto, pero aquí se encuentra la clave de todo. El contenido de la
carta tenía su propio espacio y tiempo para análisis y valoración en el
gobierno español, pero darla a conocer fue el verdadero problema, porque no
daba cabida a la negociación ni a encontrar los puntos de contacto para empatar
los intereses binacionales.
La forma como se fue tropezando el presidente López Obrador
en las explicaciones sobre la carta, permiten conjeturar razonablemente que no
fue una filtración que haya autorizado o supiera de ella. Rectificar en 24
horas sobre el origen de la filtración subraya la asimilación de lo que sucedió
hacia el interior de su equipo y deja entrever que hubo una investigación
interna que, o encontró la fuente original de la indiscreción que provocó un diferendo
diplomático, o las huellas que dejó el autor intelectual de la entrega de esta
información, las tiene claras.
La filtración, deliberada o involuntaria, tuvo un impacto
negativo en el presidente, a nivel nacional e internacional, y en lo privado,
su esposa fue la depositaria de ese golpe por ser, dijeron personas que conocen
los orígenes de la carta, la autora intelectual y promotora de la
reivindicación indigenista. La señora Gutiérrez Müller, dicen quienes han visto
su interacción con López Obrador, tiene todo el respeto del presidente y la
escucha. Pocas veces tiene voto, agregan, pero en esta ocasión su influencia
iba acompañada por los intereses personales del presidente.
El estar cerca de él, ser una persona con influencia e
inherentemente poder, genera anticuerpos dentro del propio equipo presidencial,
que como en todos los equipos de gobierno, lucha por espacios de poder. La
pregunta entonces es a quién beneficia la filtración en el supuesto que fue
intencionada. La respuesta tendrá que enmarcarse en quién tenía acceso a ese
documento y se sentía con la fuerza suficiente para dársela a un medio, o pensó
que podía salir con la suya. Si el presidente admitió que hubo esa filtración
que desafía su autoridad, habrá que esperar para ver quién se desvanece de su
círculo interno, es mandado al ostracismo o es perdonado.
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