viernes, 29 de marzo de 2019

La carta filtrada.


Raymundo Riva Palacio.

Por una razón de cultura tropical más que por conocimiento, las filtraciones periodísticas en México tienen una connotación negativa. Es cierto que durante más de dos décadas, las principales filtraciones han estado circunscritas a temas de violencia y narcotráfico, y que la mayoría de ellas han sido violatorias de la ley y servido para dañar, injusta e irreparablemente, famas públicas. Las filtraciones, sin embargo, son un subproducto de las democracias y los sistemas abiertos, al reflejar las tensiones dentro de un sistema de gobierno donde existen individuos y grupos que impulsan sus agendas o tratan de cambiar el destino de las políticas y su formulación mediante la ventilación de temas polémicos.

Las filtraciones permiten airear diseños de políticas para medir la opinión pública, como los llamados trial balloons, o han servido para desviar la atención de crisis, como el caso de Valerie Plame en el marco de la invasión a Irak. También han sido empleadas para golpear políticamente a adversarios, como la publicación de un estudio obsoleto sobre impuestos patrimoniales, para descarrillar la candidatura presidencial de José López Portillo, o para vanagloria de los gobernantes, como cuando se filtró que había rechazado el regalo de una mansión ofrecida por el gobernador mexiquense Carlos Hank González.

En los últimos días se abrió una acalorada discusión internacional por la revelación del exhorto del presidente Andrés Manuel López Obrador a España y el Vaticano para que ofrecieran disculpas por el avasallamiento de los pueblos originarios durante la Conquista de la Nueva España, donde la narrativa pública y política se le arrebató al maestro de la narrativa mexicana debido a una filtración. De acuerdo con una reconstrucción periodística, Javier Lafuente, corresponsal en México del diario madrileño El País, obtuvo la información de la carta el lunes temprano, y hacia las ocho de la mañana local, buscaron confirmar su veracidad en España, a través de Lucía Abellán, que cubre el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Para el mediodía, se tenía la confirmación de Madrid, pero no de Palacio Nacional. Ese mismo día se preparaba en Tabasco un evento en Centla, donde hace 500 años se dio la primera batalla de los pueblos originarios contra la fuerza invasora de Hernán Cortés, pero no había ninguna señal que se daría a conocer el envío de las cartas. El País decidió jugársela con la sola confirmación de España, y a las 13:05 horas en la Ciudad de México publicó en Twitter su exclusiva.

El metabolismo político cambió rápidamente. López Obrador iba a presidir una ceremonia de condecoración de marinos, y como había un tiempo muerto antes de ese evento, grabó un video en la zona arqueológica de Comalcalco, en Tabasco, cerca de Centla, junto con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller. El presidente suspendió su gira, dejó plantados a los marinos, incluido al jefe de la Armada, y pospuso la ceremonia para abril. No se informó la razón de ello –la prensa que lo acompaña ya se encontraba en Frontera, donde iba a ser la ceremonia–, pero el contexto fue la bomba mediática-política que había explotado y un escándalo que estaba creciendo.

El gobierno español rechazó ofrecer disculpas y lamentó que una comunicación privada se hubiera hecho pública. El presidente López Obrador dijo el martes que la filtración no había salido de su gobierno, pero el miércoles admitió que la carta publicada por Reforma sí había sido entregada por una persona en su equipo de trabajo. No dio más detalles y nadie le pidió ahondar en esto, pero aquí se encuentra la clave de todo. El contenido de la carta tenía su propio espacio y tiempo para análisis y valoración en el gobierno español, pero darla a conocer fue el verdadero problema, porque no daba cabida a la negociación ni a encontrar los puntos de contacto para empatar los intereses binacionales.

La forma como se fue tropezando el presidente López Obrador en las explicaciones sobre la carta, permiten conjeturar razonablemente que no fue una filtración que haya autorizado o supiera de ella. Rectificar en 24 horas sobre el origen de la filtración subraya la asimilación de lo que sucedió hacia el interior de su equipo y deja entrever que hubo una investigación interna que, o encontró la fuente original de la indiscreción que provocó un diferendo diplomático, o las huellas que dejó el autor intelectual de la entrega de esta información, las tiene claras.

La filtración, deliberada o involuntaria, tuvo un impacto negativo en el presidente, a nivel nacional e internacional, y en lo privado, su esposa fue la depositaria de ese golpe por ser, dijeron personas que conocen los orígenes de la carta, la autora intelectual y promotora de la reivindicación indigenista. La señora Gutiérrez Müller, dicen quienes han visto su interacción con López Obrador, tiene todo el respeto del presidente y la escucha. Pocas veces tiene voto, agregan, pero en esta ocasión su influencia iba acompañada por los intereses personales del presidente.

El estar cerca de él, ser una persona con influencia e inherentemente poder, genera anticuerpos dentro del propio equipo presidencial, que como en todos los equipos de gobierno, lucha por espacios de poder. La pregunta entonces es a quién beneficia la filtración en el supuesto que fue intencionada. La respuesta tendrá que enmarcarse en quién tenía acceso a ese documento y se sentía con la fuerza suficiente para dársela a un medio, o pensó que podía salir con la suya. Si el presidente admitió que hubo esa filtración que desafía su autoridad, habrá que esperar para ver quién se desvanece de su círculo interno, es mandado al ostracismo o es perdonado.

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