Por
Alejandro Páez Varela.
El sábado
pasado, un grupo de personas abucheó a Andrés Manuel López Obrador en la
inauguración de un estadio de beisbol. De acuerdo con algunos asistentes, eran
una minoría porque antes, el estadio casi entero se puso de pie para recibirlo.
Quizás la respuesta del Presidente no fue del todo correcta: llamó “fifís” a
sus abucheadores. Y éstos se encendieron más.
El abucheo, por supuesto, fue usado
por los tradicionales adversarios del Jefe de Estado para pasarlo como muestra
“de lo que pasa en todo el país” y eso es, en una palabra, mentira. De hecho,
la acogida que tiene AMLO entre la población es de lo más sorprendente. Incluso
para los escépticos de oficio. Ayer estuvo con madres de desaparecidos, un
sector agraviado por más de una década y por dos presidentes; le aplaudieron varias
veces. Y un día antes del abucheo, el Presidente había estado con los banqueros
y ellos, que son duros de roer, reconocían no sólo el liderazgo del dirigente
de izquierda, sino que se atenían a él.
“Tradicionalmente,
la banca mexicana ha sido introspectiva, se ha mirado mucho a sí misma”, dijo
el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), Luis Niño de Rivera,
a El País. “Hemos dejado de lado la tarea de la inclusión financiera y el
crecimiento regional, pensando que eran temas de la Administración pública y no
de la banca. [Pero] después [de las elecciones] del 1 de julio, el que no ponga
atención en México a ese reclamo [social] va a encontrarse con sorpresas
pronto. La banca está reaccionando porque es nuestra obligación: lo tenemos que
hacer bien y rápido, y estamos preparados para hacerlo”.
–¿Tiene que
ver la llegada de López Obrador a la Presidencia con este cambio de tono del
sector financiero? –pregunta Ignacio Fariza, del diario español que fue,
además, un opositor de AMLO durante la campaña.
–Sin duda
–dijo Niño de Rivera–. La banca no puede ser ajena, ni aquí ni en ningún lugar
del mundo, a lo que requiere el Gobierno: tenemos que responder al reclamo que
hay en la sociedad.
Más
adelante, una declaración que hace un año sería imposible: “Somos muy
conscientes de las brechas que existen en nuestro país y compartimos con la
nueva Administración puntos de vista sobre la necesidad de avanzar en estos
temas tan delicados”, dijo el nuevo jefe de los banqueros. El reportero de El
País agrega: “Lo más parecido a una declaración de intenciones para los nuevos
tiempos políticos: borrón y cuenta nueva con el pasado”.
Y contra los
que puedan decir que los banqueros se hincan si es necesario, por pragmatismo
puro –y tienen razón–, están los mercados financieros para confirmar el amarre
de AMLO con los dueños del capital: el dólar cerró el viernes en 19.0903 pesos,
la inflación está controlada y la confianza del consumidor busca la cresta de
su mejor repunte en años. El mercado bursátil no responde de la misma manera
porque sufre con el mundo las amenazas de una recesión global por el pleito
EU-China. El crecimiento que se reporta para el I TRIM 2019 no es el óptimo
(sobre todo frente a la promesa de un 4 por ciento promediado en el año), pero
los mismos banqueros, y hasta el Banco de México, advierten que la meta es
posible.
Entiendo que
la nota del abucheo sea usada por los adversarios de López Obrador para tratar
de generalizar. Se equivocan y cierran los ojos. La nota no es el abucheo en
este país: la nota es que el Presidente alcanza niveles de aceptación que no se
veían en décadas, y lo que esto significa para una oposición diluida,
descarriada y desacreditada. Más bien, la nota es que el líder de izquierda
crece en aceptación y además, no tiene oposición. La oposición es apenas un
puñado pobre que, a falta de causas, se toma el abucheo con cierta alegría.
La nota es que
el PRD ya no es siquiera nota; que el PRI es un perro apaleado en un rincón y
que el PAN es un ratoncillo nadando solo en una alberca de cien metros que no
hace olas, y aún así amenaza con ahogarlo. Hace una semana, Marko Cortés lanzó
una “alerta internacional”; dijo en un comunicado y en su cuenta de Twitter que
“este gobierno autoritario pretende seguir los pasos de Venezuela y perpetuarse
en el poder”. Y luego, que dizque “no lo vamos a permitir, por ello lanzamos
una alerta a la comunidad internacional ante estos hechos”. De inmediato, AMLO
le respondió firmando una carta de no reelección. Y la “alerta internacional”
quedó como una hoja suelta en la alberca, junto al ratoncito.
La bitácora
de los primeros cuatro meses de López Obrador en el Gobierno dice que la
oposición partidista en México no ha tocado fondo ni el Presidente ha alcanzado
su pico. Así lo dicen las encuestas, y cualquiera que sea medianamente
inteligente lo puede advertir.
AMLO necesita contrapesos y el país
necesita oposición. Es un hecho. Le hacen bien a él y por supuesto que le dan
oxígeno a nuestra democracia. Se requiere una oposición validada,
ciudadanizada, que no sea simplemente electoral y que tenga una razón de
existir. Que sea inteligente y que sepa cuándo levantar la mano. Que ofrezca
salidas y que, en un momento dado, sepa incluso cuándo sumarse en las causas
que encabeza el Presidente, muchas de ellas justas y además la fuente de su
popularidad. Se necesitan opositores sin rabia, sin amargura, sin cola que les
pisen.
Se necesita,
en resumen, algo que en este momento México simplemente no tiene. Les recuerdo
que este país tuvo oposición: las Rosario Ibarra de Piedra, los Manuel J.
Clouthier, los Heberto Castillo, los Cuauhtémoc Cárdenas, los López Obrador,
los Carlos Castillo Peraza. Lo que queda son abucheadores de ocasión; bofos
belaunzaranes; foxes, osorioschongues y demás cartuchos quemados. Quedan puros
lanzadores de piedra que no le atinan ni siquiera a un charco. Mucho menos a un
ganso. Y eso sí que da pena. Eso sí es nota.
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